lunes, 11 de julio de 2011

Encantamiento 36: Haces que a veces no quiera vivir; por eso te odio. (*mejor si lo escucháis con música)

Prácticamente me echaron a patadas, bueno, a patadas no, pero a empujones y codazos puros y duros sí.
-Malas bestias –escupí en demoniaco mientras tenía que trastabillar para evitar que me dieran cuando me cerraron la puerta en la narices.
Retrocedí para recuperar un poco el equilibrio pero lo que conseguí fue toparme con alguien que estaba detrás.
-¡Ayayay, cuidado! –me chilló Lena con voz sorprendida.
Di un salto otra vez hacia la puerta por la sorpresa. Había tan poco espacio que no se podía maniobrar lo más mínimo.
-Lo siento, no quería… -le agarré el brazo pues ella también había hecho un gesto muy brusco para apartarse y se había tropezado con unas cajas llenas de archivos del Cuartel.
Alec, esta es tu oportunidad; ¡nunca habíais estado solos antes (solos, solos, no estamos ni siquiera ahora, pero estamos detrás de muchas cajas que nos apartan de la marea de gente que va de un lado para otro), aprovecha, es ahora o nunca!
Alcé las comisuras y entreabriendo solo un poquito los labios en una sonrisa bondadosa (vamos, más falsa…) pero sin exagerarla para que pareciera creíble. -¿Estás bien?
-Sí, sí, estoy bien –volvió a plantar bien los pies en el suelo y agachó la cabeza con la mirada fija en el suelo-. Era yo la que estaba muy cerca de la puerta…
-Oh, ¿y qué hacías? –hice como si me interesara. Es obvio que había venido aquí con la única intención de pegar la oreja un poco ya que debían haberle vetado la entrada.- Siento la curiosidad, no me respondas si no quier…
-No, si no… Es que no... –Lena nunca terminaba las frases y mucho menos me miraba cuando hablaba.
-¿No pudiste entrar? –fui indiscreto- Ah, pues entonces no hay mucha diferencia. Ya ves lo que he durado yo ahí dentro, les ha faltado tiempo para echarme –solté un pequeño bufido poniendo los ojos en blanco. Hice el intento de  sugestionarla de ese modo para que nos pusiera al mismo nivel, como a iguales, a ver si tenía suerte.
-A-alec…
-¿Sí? –volví a prestarle atención.
-Ya puedes soltarme y… ¿Vas… en calzoncillos?
-Oh, ¿qué? –me apresuré a apartarme. Yo había sido perfectamente consciente de que mis manos no se habían movido de sus brazos, y de hecho, el hacerme el sorprendido como si no me hubiera dado cuenta de estar tocándola era una indirecta de que “no me incomodaba tenerla muy cerca sino que casi lo contrario” (sigo intentando reconstruir una buena imagen delante de ella; he de aprovechar ahora que puedo).
Me miré de cintura para abajo. Aunque sí que es verdad que se me había olvidado que le presté mis pantalones a Campbell… Bueno, tampoco es que me importe mucho, la verdad, sigue siendo ropa.
-Mis pantalones los tiene Campbell, ya sabes, por lo de la luz –aproveché para acercarme un poco más a la ventana para que la luz me diera un poco como si solo la estuviera señalando. Sí, son más indirectas; para que vea que yo no soy como los demonios que ella mata (es lo que más importa que se convenza)-. Con el lío que se ha montado se me ha olvidado completamente ir a buscar otros… -eso sí que es verdad.
Se instaló un silencio incomodo y nos quedamos ahí de pie sin saber dónde mirar.
Yo no soy una persona dada a la charla banal y mucho menos con desconocidos (Lena prácticamente lo es ahora); tampoco tengo práctica en sacar temas de conversación amistosos. Y como Lena no interfiere en las conversaciones, la cosa no mejora. Lo normal es que la otra persona diga algo con lo que dar pie a alargar la conversación, yo respondo, el otro responde y así sucesivamente; pero ella eso se ve que no lo entiende. Consigue que esto me resulte incómodo y eso que normalmente me encanta no tener que relacionarme con la gente. ¡¿Por qué me obliga a cambiar las tornas?, esto es un infierno!
Y yo no me quería ir porque, como ya he dicho, estas oportunidades no caen del cielo ni emergen del infierno; pero estaba quedando horriblemente mal y cada segundo que pasaba allí sin hacer nada perdía más sentido el quedarme. ¡Y me está poniendo de los nervios; di algo de una vez o es que voy a tener que hablar yo y volver a quedar con un subnormal! ¿Hace falta decir que estos sentimientos me hacen sentir como un idiota?
-En cambio a Nicole la dejan quedarse –me crucé de brazos (más forzado imposible…). Ella ni era Guardiana ni era nada, ni sabía de la Orden ni combatía (es una ni-ni). Era una simple humana (con un bicho mágico dentro de ella, no nos olvidemos de que eso es algo muy grave), pero bien que conseguía cosas que nosotros no.
-Eso es por Robert. Como están juntos…
Alcé una ceja.
-¿Ya es oficial?
-Pues no sé, pero, bueno, es obvio, ¿no?
Pensé en cómo se había comportado Robert antes ahí dentro o cuando salió del dragón. El ligoteo entre esos dos era algo muy evidente.
¿Yo seré tan evidente con Lena? Puede que Colyn se lo huela; siempre que aparece Lena, se me queda mirando a ver cómo reacciono.
Sentí que las mejillas volvían a calentárseme debido a la sangre. Penoso…
Ella empezó a juguetear con sus auriculares.
-Gracias… por salvar a Robert. A pesar de que eres esto…, quería decírtelo -<Esto>; ella lo decía con verdadero asco, igual que los demás Guardianes. Por suerte, yo había conseguido que no me importara mucho más que si fuera cualquier otra, aunque me dolía un poco-. Sé que no os lleváis bien… y que él es muy... así –se rió como diciendo que el-que-se-hace-el-héroe ya no tenía remedio, pero que se hacía de querer. Su voz se volvió más dulce de lo que yo la pudiera haber escuchado antes. Frunció los labios con timidez y entonces sacó una pequeña sonrisa mientras las mejillas se le sonrojaban. Las palabras parecían más fuertes que ella. Alzó la cabeza y, por primera vez desde el día en que la encontré escondida en un armario, me miró a la cara.-. Él es importante para mí. Es… mi amigo.
Apreté las mandíbulas con fuerza, los nudillos se me quedaron blancos. Tenía un ojo azul turquesa, inocente, luminoso y sincero que hizo polvo mis barreras hasta golpearme en el pecho. No lo soportaba. Era como los que usaba aquella niña de la que me enamoré, salvo que ya no los usaba para hablar de mí.
Se apartó un mechón de pelo de la cara, su sonrisa no había desaparecido.
Te odio…
Haces que me duela el corazón, que a veces no quiera vivir; por eso te odio.
Logras que me odie a mí mismo… ¿Por qué? ¿Por qué eres así? Ni si quiera te das cuenta de lo que me haces.
No dije nada. Mi apariencia había quedado aún más sin vida que de costumbre, sentía cómo me volvía más sombrío. Los ojos me escocían a pesar de que sabía que no lloraría. No puedo más, necesito que esto acabe, necesito desaparecer.
Pasé a su lado sin inmutarme lo más mínimo cuando la golpeé con el hombro y ella exclamó sorprendida. Me da igual ser un capullo; al menos no dejaré que cambies eso.
Siempre supe que no podría volver a ser todo como antes, era completamente imposible; pero ahora me daba cuenta de lo terriblemente lejos que estabas de mí. Odio que ahora hables con amor de ese capullo, y odio que eso me haga sentir celoso.
No fue buena idea intentar hablar con ella.

//Pequeño mensaje de la Supervisora: esta parte la escribí escuchando música de aeropuertos y la pérdida de personas queridas y el amor… Así es difícil no ponerse sentimentaloide (yo no soy sentimentaloide), casi me dieron ganas de llorar… (qué ridícula soy, ¿no?) Pero es que ese resentimiento de Alec me resulta tan adorable... ¡¡Leyendo esto me entran ganas de secuestrarlo y violarlo (¿?)!! T^T
Al principio iba a poner “que me quiera morir” en lugar de “que no quiera vivir”, pero es que la única ambición clara de Alec es seguir viviendo; así que lo puse así :P
No creo que estos mensajitos de la Supervisora se repitan, bye, bye//

3 comentarios:

  1. Pooobre Alec TT.TT que mal rato.
    A pesar de eso... La historia me engancha cada vez más ^-^
    Besitos y que la inspiración no te abandone =3

    ResponderEliminar
  2. oins....que pobre....me da penicaaaa y como a ti tambien me encanta esa faceta suya....ainss....
    Lo malo de ahora esque ya no tengo nada nuevo que leer y cometar...jo! y ame había mal acostumbrado a tener siempre el siguiente. Jeje
    Muchos besos

    ResponderEliminar