lunes, 11 de julio de 2011

Encantamiento 35, 2ª parte: Desmantelamiento.

Apreté la pequeña maleta en forma de ataúd con alas, la mía, contra el pecho. En la espalda y al hombro llevaba dos de las tres que pertenecían a Campbell (madre de Satanás, no sé si quiero saber qué considera ella como imprescindible). Teniendo en cuenta la situación, nadie se quejó de que viniéramos y nos lleváramos las cosas por las buenas.
En el edificio, tres plantas más abajo existía un portal; una maquina en la que introduciendo las coordenadas correctas podía llevarte a la parte del planeta que tú quisieras.
Ordené a Campbell que se quedara allí sin estorbar el paso hasta que le tocara, pues Albert me había mandado llamar.
-¿Pero y si nos mandan a sitios distintos? ¿O si no llegas a tiempo para venir conmigo? Alec, tengo miedo… -sus dedos se apretaron con más fuerza en mi brazo.
-Si eso pasa, montas un buen berrinche hasta que te salten y esperas a que yo vuelva.
Campbell asintió y aflojó un poco; a veces me asustaba que tuviera una confianza tan ciega en que yo arreglaría las cosas.
Salí corriendo a toda mecha entre la gente, esquivando como si fuera una carrera de obstáculos (en cierta manera, y al contrario que mucha otra gente, me relajaba esto de correr).
Llegué al despacho de Albert donde más personas se apelotonaban alrededor de su mesa sin dejarme pasar. Un walkie talkie gritaba de tanto en tanto cuándo había problemas y cuándo se terminaba de recoger una sala sin que se le prestara realmente atención.
-Vimos a un tipo de negro atacarnos con flechas pero no pudimos atraparlo –informó  Robert apoyando las manos sobre el escritorio. Habían dejado una de las flechas recogidas ahí delante.

-Era un vampiro –dijo C.Lence. Eso explicaría que fuera tan herméticamente tapado; para reducir el efecto de la luz solar al máximo.
-¿Vampiro? ¿Los vampiros han vuelto a intentar atacarnos? Es la tercera vez –pues yo solo he vivido las dos últimas, qué suerte-. ¿Qué es lo que buscan? –preguntó Gin, el médico con gafas y cicatrices en el cuello.
-La Luz –la gente se giró  hacia mí-. Cuando estaba preso y atacaron, un Convertido al borde de la locura entró en mi celda y empezó a preguntarme dónde guardaban la Luz; pero no le presté atención –dije con mi tono seco y monótono y la mirada ligeramente pérdida, como siempre.
-¿Y qué iban a hacer con la Luz? Los mataría.
Me encogí de hombros, a eso si que no se me ocurría nada.
-Es una opción.
-Cuéntales sobre el dragón, por favor, Alexander Derek –pidió C.Lence.
Las tripas se me revolvieron. No me hacía gracia eso de tener que ser el centro de atención, menos en situaciones como aquella.
-Creo… que estaba siendo controlado mentalmente para que atacara. Sentí ese tipo de magia al tenerlo cerca; además, tenía marcas de posesión alrededor de los ojos –aunque apenas se podía distinguir por el brillo de las escamas.
-Alexander entiende de esas cosas, después de todo –recalcó C.lence. Así me gusta, haciendo que me relacionen aún más con todo este embrollo. Pero era cierto que solo un tipo de demonios eran capaces de controlar la mente de otros seres: los Seamair, mi familia por parte de madre.
-¡En ese caso los Seamair tienen que ver! ¿No intentaban conseguir sangre de una virgen Guardiana para un ritual? –Hablan de lo sucedido en “Encantamiento 29”- Tiene que estar relacionado –concluyó alguien a quien no podía ver.
-¿Qué relaciones hay entre Seamairs y vampiros? –volvió a preguntarme Albert.
-Buenas, creo. Desde hace unos años que hay problemas y están en situación de paz precaria entre Seamairs y los licántropos de Gored –estos últimos intentaron matarme porque yo maté a unos compañeros suyos que quebrantaron el tratado de paz al vender droga en territorio Seamair (y Kaila me tendió una trampa para que me presentara delante de los hombres lobo, recordad, queridos lectores, ya habéis leído sobre eso aunque parezca un lio)-, así que tienen ciertas alianzas –los vampiros siempre están en guerra con los licántropos, no tienen remedio. Y últimamente el representante de los vampiros de Laraiss venía a menudo… De hecho hablé con él en el anterior ataqué.
Sentía la boca un tanto pastosa aunque eso no afectó a mi voz.
El walkie informó de que ya habían terminado y que la gente ya se estaba marchando por el portal.
-Bien, por el momento es suficiente; puedes irte. Ve con Ikon –señaló a un tipo afroamericano que tenía al lado- y haced lo que sea para que no sigan retransmitiendo imágenes nuestras  –fruncí el ceño, ¿y eso cómo lo íbamos a conseguir exactamente?
-En cuanto me vaya la barrera desaparecerá.
-Pues espérate hasta que todos salgan.
-¿Qué pasará con Campbell y conmigo después de eso?
-Ya se verá –me escupió uno de los dirigentes informándome de que yo no tenía el derecho para preguntar.
-Os vendréis con nosotros –dijo automáticamente Albert contrarrestando cualquier autoridad de su compañero (menudo “zas, en toda la boca” le ha hecho…).
-¿¡Qué!? –escupieron Robert y el tipo con malas pulgas al unísono. Alcé las cejas por la sorpresa.
-La decisión ya está tomada. Lena Dande y Colyn Dooflan también vendrán, así que no habrá ni que cambiar de protectores –cortó así cualquier futura réplica.
-Señor Kensington –llamó Nicole- ¿puedo ir con ellos? –me señaló solo a mí-. Yo he estado en la mayoría de las instalaciones de medios de comunicación y sé dónde están las cosas. Además, soy en parte responsable y quisiera poder ayudar de alguna manera.
-Eso no es cierto, Nicole, tú solo hacías tu trabajo –intentó consolarla el héroito muy considerado él.
-De acuerdo, puedes ir también.
-Pero es peligroso – replicó Robert.
-Estará bien, Ikon puede protegerla perfectamente. ¿No tienes cosas que hacer, hijo?  –puso fin a la conversación.

2 comentarios:

  1. ....le estoy cogiendo cariño a Albert, despues de todo es un buen tio Xd. Y robert y nicole...ainss love is in the air...xD

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  2. Si en el fondo... (me callo, mejor no adelantar :P)
    *entra C.Lence en escena* C.L: love is in the air... xD Me encanta mis paranoias mentales

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