sábado, 26 de febrero de 2011

Encantamiento 22: Menudo desenlace.


La conocía, claro que la conocía. Su pelo pálido hasta la blancura y aquellos ojos con unas pupilas tan pequeñas como la cabeza de un alfiler, rodeados del iris plateado y brillante como el mercurio, propios de los de su clase resultaban inconfundibles.
Estaba desconcertado por verla; no me moleste en ocultarlo demasiado (¿por qué aquí la gente tiene que entrar tan sin avisar siempre? ¡Que existe una cosa llamada teléfono!).
No pertenecía a ningún clan, ni mafia, ni grupo, sino que ella iba por libre; favoreciendo a quién, según decía ella, el “destino” le ordenaba. Lo cierto es que esta clase de personas no atienden a normas de ninguna clase, siempre van muy a su bola. Y encima era una de las mejores de su profesión.
En el mundo mágico, aquella mujer era una de las personas más respetadas y poderosas con las que te podías cruzar. Nadie se atrevía a contradecirla y todos buscaban su juicio; con eso lo digo todo.
Pero dejémonos de tanto misterio: su nombre era C.Lence (o así se hacía llamar, al menos). Era una adivina, esa clase de personas capaces de vislumbrar el futuro de otras personas mediante visiones (todo el mundo sabe perfectamente lo que hacen los adivinos, el propio nombre lo indica).
El-que-se-hace-el-héroe entró también siguiéndola y con cara de  desear matar a alguien.
-Intenté pararla –aseguró para excusarse.
¿Qué porqué el-que-se-hace-el-héroe no ha acabado con aquella intrusa nada más verla como habría hecho de cruzarse con cualquier otro ser mágico? Los adivinos no entraban en el espectro de especies demoníacas de los Guardianes, sino en otro estamento intermedio: el de los humanos con poderes. Como los consideraban humanos, no tenían demasiados reparos con ellos y acudían a su consejo como el que más. El estamento intermedio era realmente reducido, os lo advierto, pero son los pocos que se libran de padecer la “justicia” de los Guardianes (estoy intentando que me metan a mí en él).
-¿Destruir el destino? –le preguntó Albert reflejando la pregunta de todos. La gente se quedó en silencio a la espera de la respuesta de la adivina.
Ésta se volvió hacia la tribuna haciendo que su larga melena perfectamente lisa le ondeara sobre los hombros. Tenía un gesto perdido a la vez que serio en la mirada, lo que junto quedaba realmente extraño.
-Sí. Hace seis meses el destino me habló para que les advirtiera de que no cometieran un grave error. Me aseguré de enviarles una representación de su futuro tanto escrita como en dibujo. Deben de tenerlo en sus arcas, a no ser que hayan sido tan irresponsables de destruir la premonición de una adivina...
Nos quedamos en silencio, asimilándolo muy despacio (bueno, ellos, que parecen bastante lentos).
Albert ordenó a uno de los Guardianes buscar el envío en los archivos. Volvió a los pocos minutos con un sobre lleno de florituras. Se lo entregó a Albert quién leyó el interior en voz alta:
-“Me veo en la obligación de advertirles, a todos los Guardianes de esta región, de una premonición sobre su propio futuro. El destino me ha dado a conocer que el próximo mes de Septiembre, día 7, se encontraran con un sujeto al que deben hacer miembro íntegro de su cuerpo. Recuerdo que este sujeto será una de las piezas que necesitan para que su organización no acabe en la ruina, que en el caso de no escuchar este mensaje, tan claramente se les vaticina. Vuelvo a recordarles que es vital que agreguen al susodicho sujeto a sus filas de inmediato. Atte: La adivina C.Lence, a las órdenes directas del destino. PD: También se les será adjuntado un segundo sobre con la descripción gráfica del sujeto; pero tal sobre será extraviado en la oficina de correos y no llegará hasta la madrugada, 2:01 a.m. más exactamente, del día 9. Hasta entonces.” –se quedó un momento mirando el último párrafo con cara de pocos amigos. Luego el reloj sobre la tribuna: eran las 5:39 a.m. Hoy era 9 de septiembre.- Id a buscar el sobre.
-Es violeta –les informó la adivina. Hay que ser rebuscado, mira que informarles de que se va a perder el paquete y todo…
La misma historia: en seguida volvió a aparecer un Guardián con un sobre lleno de florituras, esta vez lila.
-Estaba en el apartado del correo recién llegado sin abrir –les informó.
Albert sacó la única lámina del sobre. Miró fijamente la hoja. Sus ojos viajaron repetidas veces de la hoja a mí. Suspiró, un gesto que sorprendió a todos, y pasó la hoja al resto de compañeros de la tribuna. Estos fueron más expresivos, sus caras se pusieron de colores cuando miraron la hoja. Me miraron, miraron la hoja de nuevo y otra vez a mí. Qué repetitivos.
Sentía una curiosidad emergente en las entrañas. Quería saber que contenía esa hoja. Me mantuve con cara de póquer y bien sentado a la espera.
-¿Ya se dan por complacidos? –preguntó la adivina.
-Creo que sí –admitió Albert.
-¡Un momento, Albert! ¡No podemos…!
-Jaris –interrumpió al gruñón-, no tenemos más opción, lo sabes. Los adivinos nunca fallan –al tal Jaris no parecía convencerle, debía pensar que la adivina quería engañarlos.
-Exacto, y para más seguridad, empezaré a servir a esta Orden. ¡Esta misma semana ejecutaré mi mudanza con usted!
-¿Cómo?
-Empezaré a servirles directamente -explicó C.Lence un poco como si no fuera la cosa con ella-, ya que el destino así me lo pide. Para que puedan asegurarse; así podrán vigilarme de cerca si lo desean. Además, desde algún tiempo es sabido que un adivino lleva en sus venas la sangre de los Guardianes y desearía empezar su formación cuanto antes. Ya lo hablamos, ¿recuerdan? Saben que en cuanto despierten sus poderes pertenecerá a los “portadores del destino”, no a los Guardianes de la Luz -Veamos, creo que esto merece un pequeño inciso para todo aquel que se esté perdiendo: los adivinos no nacen siendo adivinos sino que son una anomalía producto de otras especies (os habéis quedado igual de fríos que antes, ¿verdad?). Intentaré explicarlo mejor; los adivinos son estériles, todos ellos, así que al contrario del resto de especies de este mundillo, no pueden perpetuarse ni hacer que sus dones se hereden de forma directa. ¿Y cómo es que no se han extinguido ya? Pues el motivo es que ciertas personas (no se sabe aún cómo funciona el mecanismo seleccionador), sean de la especie que sea (demonios, humanos, Guardianes, etc.), degeneran hasta dar lugar a un adivino. Pierden su identidad, sus poderes originales y adquieren en contraposición el poder de la adivinación y los rasgos blanquecinos que caracterizan a los adivinos. Cuando pasa esto, los sujetos que se convierten en adivinos deben abandonar todos sus antiguos lazos y dedicarse por entero a la profesión del destino.
C.Lence hizo una pausa como dándome tiempo a daros la explicación, mis queridos lectores. -Creo conveniente iniciar al muchacho de manera más progresiva, en su ámbito familiar, para que no sufra daños.
Me puse a pensar. ¿Qué había un Guardián que se convertiría en adivino? ¡El Canijo Llorón! Sabía que esas manchas plateadas en sus ojos no podían ser humanas. Debe dolerles mucho a los Guardianes perder un futuro soldado…
A parte de mis cavilaciones, los acontecimientos seguían sucediendo en la sala: -Pues lo haremos por votación –habló uno de los de la tribuna-. Que levanten la mano quienes estén a favor de seguir el consejo del “destino” –las manos se alzaron. ¿Pero no les falta mucha gente? ¿Seguro que así es justo?-. Ahora quién esté en contra. Bien, la adivina puede trasladarse temporalmente a esta base, será respetada por todos y contara con inmunidad diplomática, como siempre. –Tomó más aire-. El acusado, Alexander Derek Seamair, queda libre de las acusaciones y pasará a formar parte de nuestros miembros en el caso de que firme de forma irrevocable que abandona sus lazos demoníacos y pasa a pertenecer y servir a la Orden de Guardianes, debiendo siempre actuar a favor de esta.
Me quedé en silencio.
Menudo desenlace para este juicio.

1 comentario:

  1. Retiroo lo dichoo el canijo lloron me cae bien *_* Ya volvi a encontrarme ya no me perdi! WEJEJEJEJEJEJE Bueno seguire leyendo.
    ATT: Sarache-Loki- SaraH- Plop- lo que quieras xD

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