viernes, 16 de diciembre de 2011

Encantamiento 52, 4ª parte: Olvídame o recuérdame; yo elegiré lo que menos daño me vaya a hacer.


Lena apenas se movía ya cuando la agarré de la cintura y empecé a nadar hacia la superficie.
Una película bailaba a nuestro alrededor. Brillante, rápida; una sucesión de escenas sin espacios entre ellas. Se veía algo borrosa, tal vez por culpa del agua,  pero conforme la mirabas fijamente se hacía más nítida y el ritmo decrecía para poder admirarla (claro, como se está tan a gustito en el agua; unas palomitas y esto es la gloria, ¡vamos!).
Seguí nadando hacia arriba sin descanso, pero aun así no pude evitar echarle un vistazo a las proyecciones que escapaban del medallón mientras lo hacía.
Lo reconocía a la perfección:
<<Era el parque que estaba cerca de mi orfanato. Todo estaba plagado de flores silvestres que aunque el ayuntamiento se empeñaba en arrancar, rebrotaban a los pocos días; yo me encargaba de que así fuera.
Una niña pequeña, con un vestido de princesita y las rodillas llenas de arañazos caminaba entre los árboles llamando a alguien:
-¿¡…le’, alec, Alec!? ¿Dónde estás? -Algo se descolgó por la rama sobre su cabeza. Ella dio un respingo y chilló. -¡Alec, qué susto!
El chico que colgaba bocabajo de la rama hizo un amago de sonrisa bastante penoso, daba más grima que otra cosa. Era delgado y ojeroso, con marcas de moratones por debajo de la camisa del orfanato, demasiado holgada para su cuerpo; solía acabar metido en peleas y recibir castigos aunque él no fuera buscándolo. Destacaban unos grandes ojos de iris verdes oscuros salpicados de motas de verdes más claros y rodeados de densas pestañas negras.
-La sonrisa sigue sin salirte muy natural.
-…Encontré la pelota –fue su única respuesta tendiéndole el balón a ella.
Ella hizo un mohín mirando a las ramas sobre sus cabezas: -¿Cómo puedes pasarte la vida subido a los árboles? Con el miedo que me dan a mí las alturas… -se estremeció-. ¡O cuando te metes en el agua de la fuente en enero; ¿cómo lo haces?! –su voz se convirtió en una mezcla de envidia, admiración y asombro.
Él posó los pies en tierra con bastante facilidad. Se encogió de hombros y no dijo más.>>
La escena dio un pequeño salto:
<<Ellos dos estaban sentados bajo un árbol.
-Mi madre vuelve a estar muy enferma.
-Lena, ella se recuperará.
-¿Cómo lo sabes?
Se encogió de hombros. –Lo sé.
-Huummm –las palabras del niño parecieron levantarle un poco el ánimo-. ¿Sabes? Le hablé de ti. ¡Está muy contenta de que pudiera hacer un amigo! También le hablé de… -se interrumpió y las mejillas se le ruborizaron un poco. Él le prestó atención alzando una caja como invitación para que siguiera-: Bueno… le dije que quería que nosotros… estuviéramos siempre juntos. De mayores, digo.
-¿De… mayores? ¿Cómo… o sea, juntos, juntos?
-¿Qué es eso de “juntos, juntos”?
Fue el momento de él para ruborizarse.
-Ya sabes… -hizo un ademan de explicarse pero no se terminó de aclarar.
-¿Trabajar y esas cosas?
-Sí, “esas cosas”… -se abrazó las rodillas y miró hacia un lado, aún más ruborizado.
-¡Sí, sí, a eso me refiero!
-¿¡En serio!? –Dio un pequeño bote. Sabía perfectamente que en ese momento empezaron sus conjeturas sobre si de verdad hablaban de lo mismo o no; a veces Lena era muy inocente y eso que en principio a los dos los criaron en ámbitos muy religiosos.
Ella asintió.
-Mi mama me dio permiso… -agachó la mirada hacia la pelota que sostenía en su regazo-. Seguro que consigue convencer a mi papa.
-Entonces, ¿de mayores estaremos juntos, juntos? –el rostro se le ensombreció.
-Sí –levantó la vista hacia su amigo y sonrió con timidez-. Juntos, juntos.
Él le tomó una mano, ocultando su cara entre las rodillas.
-No quiero esperar.>>
Las escenas volvieron a cambiar, pero ahora a muchos meses antes de aquello, antes de que nos conociéramos:
<<Lena estaba sentada en la fuente del mismo parque, mirando las hojas de los árboles. Una mujer rubia, muy pálida y ojerosa estaba sentada a su lado. Su madre, y parecía realmente enferma. Yo nunca la había visto, pero después de todo, estos eran los recuerdos de Lena, no los míos.
-Mama… -la niña alzó la vista.
Esta le respondió con una cálida sonrisa. –Dime, mi cielo.
-¿Por qué tuvimos que volver a mudarnos?
-Ya sabes que tu papa tiene un trabajo muy importante y necesita viajar.
-Ya lo sé pero…
-Querías quedarte y hacer amigos –ella ya parecía haber escuchado esa misma historia antes-. Aquí también podrás, seguro –pero sonó como una plegaria.
Lena hizo un infantil mohín. –No, los niños siempre me dicen “la nueva” y no se me acercan.
-Ya dejaras de ser la nueva –le frotó el brazo.
-¡S-si nos mudamos siempre!
Su madre suspiró y la miró como solo una madre podría mirarte, llena de esperanza y ternura.
Lena alzó la cabeza y vio a alguien que paseaba cerca. Era un chico de aproximadamente su edad. Se sorprendió de verlo allí, pues a media mañana se suponía que los niños humanos deberían estar en la escuela.
Su madre también lo vio. –Ya sé, juega con ése, seguro que te diviertes.
-Noooo, seguro que no le caigo bien…
Pero su madre no la escuchaba. Se levantó, tomó la pelota que había traído y, alzándola por encima de su cabeza, la lanzó entre los árboles. Impactó contra la cabeza del chico, quién tropezó y casi se dio de bruces contra el suelo.
-¡Uy! – fui la única disculpa de su madre mientras recuperaba el equilibrio torpemente.
-¡Mama! –gritó alarmada. Su madre tenía la salud muy delicada, no debía de hacer grandes esfuerzos.
-Ale, ahora… recupera la pelota y juega con él –le dio unas cariñosas palmaditas en la espalda, un beso en la frente, se recogió las faldas y salió corriendo, a los cinco metros ya jadeaba horriblemente pero no se paró.
Lena se quedó de piedra, incapaz de creer lo que había visto hacer a su madre.
De repente la pelota roja apareció delante de su cara. Lena retrocedió asustada, pero la pelota se quedó allí quieta. El niño de antes la sujetaba entre ambos a la espera de que la cogiera
-Esto es tuyo –Lena volvió a retroceder. Aquel niño daba miedo; era siniestro. Tenía moratones recientes en la cara, como si acabara de tener una pelea, y el uniforme escolar lleno de remiendos y barro seco. Estaba muy chupado y se le marcaban los huesos bajo la piel, ni morena ni pálida. El pelo negro muy corto. Y sus ojos eran grandes y verdes muy oscuro, pero brillantes. Una expresión osca. Tenía la mirada de un asesino. Todo en él le parecía peligroso. Lena sintió que se le revolvía el estómago. Incluso el aire que lo rodeaba parecía más frío y oscuro, pero eso no era posible; a la luz del día los Monstruos no salían. Y parecía enfadado, seguro que le pegaría por  lo de la pelota.
Lena finalmente se atrevió a coger la pelota.
-Gra-gracias –pero él ya había dado media vuelta y se iba por donde vino. Lena volvió a quedarse paralizada, ¡¿de verdad no la tomaba con ella?!-. ¡E-espera! ¡Espérame, porfi!
Se giró bruscamente. -¿QUÉ? –Lena volvió a retroceder, empezaba a aterrarse, esta no había sido buena idea; se dijo, tendría que haber dejado que se marcharse.
Lena se escondió tras el balón aunque este no la tapaba ni de lejos. -¿¡JUEGAS CONMIGO A LOS EJÉRCITOS MILITARES!?
Él la miró en silencio, esperando a ver si era una broma o iba en serio. Gruñó y siguió su camino.
-¡E-es muy fácil, mis hermanos me enseñaron! Es muy fácil –volvió a repetir-; yo soy el jefe de tu sección, así que tienes que obedecer mis órdenes y morir en mi lugar si me atacan; ¿t-te apetece?
Volvió a girarse otra vez; solamente yo sabía que lo hice porque nunca alguien aparentemente tan inocentemente idiota me había insistido tanto y sentía cierta curiosidad por ver qué pasaba.
-Solo dos personas no es un ejército.
-¡Sí, sí que lo es! Según los amigos de mi papa y mis hermanos los ejércitos no se miden por el número sino por los la cantidad de espíritus que sienten ese sentimiento que los hace ser un combate que… -se perdió; no recordaba cómo era.
-“Los ejércitos no se miden por el número de combatientes sino por la fuerza de su espíritu en el combate” –la corrigió de evidente mala gana.
-¡Sí, eso! –Lo miró con nuevos ojos-. ¡Eres listo! –la gente lista no podía ser mala, ¿no? Como su papa…
Él frunció más el ceño. -¿Por qué no iba a serlo?
-Ah, esto, n-no sé. ¡Lo siento!
Él la miro fijamente con aquellos ojos profundos, bastante hundidos y circundados de ojeras. A Lena se le hizo eterno el escrutinio, se sentía como si le pasaran unos rayos X.
-¿Y quién ataca?
-¿Cómo? -¿no le daba una paliza ni nada?
-Si somos un ejército tendremos que estar luchando contra alguien.
-Puess… ¡LUCHAREMOS CONTRA LOS MONSTRUOS QUE VIVEN EN LA OSCURIDAD! –se emocionó ella sola-. Como mi papa.
-Humm –yo no estaba convencido, la idea no me hacía mucha gracia-. ¿Por qué iba a luchar con ellos? –en ese momento estaba pensando que a mí esos monstruos nunca me habían hecho nada y ya tenía suficientes enemigos.
-Porque son Monstruos. Deben ser eliminados.>>
Salí del agua y tomé una buena bocana de aire gélido. Tiré de Lena hacia la superficie y me la pegué al costado para que con todos sus aspavientos y toses no se me escurriera de nuevo al fondo. El agua estaba embravecida por el viento y las piernas empezaban a entumecérseme, era difícil mantener la cabeza de Lena por encima de la superficie. Me pegó un rodillazo en las costillas, no supe si a posta, que me dieron autenticas ganas de soltarla.
Nadé hacia la orilla, tragando bastante agua por culpa de quién yo me sé, pero llegué. Nos metí un poco entre los árboles para protegernos del viento, pero estaba todo lleno de nieve de modo que no podríamos escapar de las bajas temperaturas.
Las rodillas me fallaron. Puede que el frío no afectara demasiado debido a mis poderes pero estar empapado a siete bajo cero y cansado… pues se nota.
A pesar de que se me habían dormido los miembros, ayudé a Lena para que vomitara parte del agua sujetándola por los hombros. Tiritaba con fuerza y apenas se mantenía por sí sola; pero me alegraba de verla con vida (agh, nuevamente un montón de innecesarios sentimientos contradictorios).
Me agarró con fuerza la pechera de la camisa.
-A-alec – ¿estaba llorando? Levantó la cabeza en mi dirección, tenía el ojo enrojecido y los labios azules-. “Yo me llamo Lena” –me quedé en silencio. Lo repitió:- “Y-yo m-me llamo Le-ena –tembló por el frío.
La miré a los ojos. ¿De verdad quería hacer aquello? Dolía mucho…
Rodeé la mano con la que me sujetaba con la mía.
-“…Alexander Dereck” –contesté con tono frío, también interpretando.
Lena sollozó. -“¿Sin apellido? ¿Te lo llaman todo seguido? ¡Pero eso es”… “muy largo!” –repitió palabra por palabra, igual que la primera vez que nos conocimos-. “¿Y si… te pudo llamar “Alec”? E-es diminutivo de Alexander y acaba en “-ec”. ¿P-puedo?” –la voz se le apagó con otro llanto. Lena me recordaba, recordaba que ella fue la primera en llamarme “Alec”. Me gustaba como sonaba y por eso seguí utilizándolo aunque ya no estuviera Lena. No sabía cómo sentirme exactamente, si eufórico (llevo prácticamente desde que la reencontré deseando este momento), triste (no me va a perdonar lo que le he hecho a su papi querido, es obvio; ya no tengo que preocuparme por si me rechaza, lo hará de todas, todas) o enfadado (justo cuando tenía intención de poner distancia entre los dos y olvidarme ya definitivamente de que existía, va y… agh, ya podría haberlo hecho un par de mesecitos antes todo este enredo, ¿no?).
-Eres mi Alec, mi Alec. Te recuerdo, Dios, eres tú, siempre has sido tú. Yo… yo... a ti... -siguió estremeciéndose, estaba al borde de la hipotermia, los síntomas eran evidentes: tenía la respiración muy rápida y superficial, la piel de gallina, el vello erizado y fuertes escalofríos que la volvían torpe.
Nos miramos a los ojos sin decir nada más. Ella lloraba; nunca me gustaron las lágrimas, no sabía cómo reaccionar ante ellas. Pero ya no me miraba con un odio evidente. Sabía que tendría que hacer cualquier cosa para que ella entrara en calor, un fuego o quitarle esa ropa mojada, pero me sentía como en otro mundo.
Sentí que Robert acababa de descender la presa por la escalera de incendios y venía corriendo hacia nosotros; él se encargaría de cuidarla.
Le aparté la mano que me sujetaba sin mirarle la cara.
-Me alegra volver a verte, Lena.
La adivina había acertado. Lástima que ya hubiera tomado una decisión y trazado mi plan.



6 comentarios:

  1. pero por el amoor de diossssssssss!! que capitulo taan precioso y perfecto! ahora mismo aunque no te lo creas estoy llorando, de emoción, felicidad y tristeza!! oMFG! Dioooooooooos no tengo ninguna palabras mas que decir. Es el capitulo perfecto!!
    Se de alguien a quien esto le va a encantar.
    Mas fan incondicional que nunca, la chica gamba <33

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  2. De verdad? Que monaaa, os voy a poner un altar de tan féliz que me hacéis xD

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  3. Pues anda que tu a nosotras!! Este capitulo es realmente sublime *w*

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  4. ¿¡Pero la va a dejar con el-que-se-hace-el-héroe!?
    ¡Tiene que quedarse con ella! ¿no? O por lo menos mandar bien lejitos a Robert... ¬¬

    Y, y, y Lena... ¿no le odiará, verdad?

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  5. Aww *.* Estoy igual que Carmen, me he quedado sin palabras. ¡Por fin lo recuerda!
    ¡Pero que no se vaya! ¡Que se quede con ella! T.T
    Robert..vete por ahí ¬¬

    Lena...creo que estará en una encrucijada. Luchará por una venganza..pero luego no será capaz de matarlo. Ay joder yo quería seguir leyendo T.T

    Publica pronto por favor :)
    Besoos!<3

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  6. SKDBFSIDHBGSLDFKHBGVADSKFGVAKÑDSFBGVÑADSKGVDKHFGVSKLDHFGVDK.FSHSGVLDSKHFGVDSKHFGVKDSJBFLKASDFK.ASDGFVKADS.JBGFSKDBVGFASKJ.BGVFSK.DBGVADSKGVLDFKJHGVKADSJ.GVKLSDGVLADSKVGKDFHGVKLDFSGVJLDFSKGVÑKFBGVKASJGBVLAKBGLDFJBGVLDFKGVLKDFSGBVKSHGVLASKDBGFAWKLBGVÑSKJADBVGLASKDVBGFASKHÑDVGÑKASDBGVFÑLSKDHGV<LZBGFUOAWBS<VÑ

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    AMO EL CAPÍTULO

    DNOVSDBHVBZSKDVCZSLDJBVLISUZDB VKJSBVSJDBVCJDSBCVKSJDBVALKRWGFHAÑOUBVawoeubdvañwouebawñbvuorbvsjdfvjdfbhgkjsdfdfhgvkjdsvskjabvskjdfbvskdjbfvdfskjbvdkfjbvdklvhgjAWEBGVZSO

    Kyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    POR FINNNNNNNNNNNNN POR DIOS POR FINNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNN CUANTO TIEMPO TENDRE QUE ESPERAR!?!?!? ME DIJE A MI MISMA TOOOOOOOOOOODOS LOS DIAS PARA QUE ESTE HERMOSO, PERFECTO E INCREIBLE CAPITULO LLEGARA HASTA MÍ!!!!!!!!!!!!!! MI CAP FAVORITO!!!! SIN DUDA!!!!!!!!1 TODOS LOS DETALLES SON PERFECTOS

    Lena, mi ahijada preciosa, era una ricura de pequeña y su madre me cae bien, aunque odio a su padre ¬¬ LEEEEEEEEEEENA(L) LA ADOOOOOORO(L)

    Alec, aaaaaaaaaaay mi Alec y Lena fue el primero en llamarle así..........QUÉ....TIERRRRRRNO<3333
    NO PUEDO ESTOY LLORANDO AY DIOS XDDDDDDDD
    Lágrimas de felicidad!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    PERO QUE ME ESTAS CONTANDO!?!?!?!?!?!
    LA VA A DEJAR CON EL GILIMEMO BUENORRO DE ROBERT!?!?!?!??!!??! NONONONONO POR DIOS NONONO!
    MOLARÍA QUE ALGUIEN MÁS SE INTERESARA AMOROSAMENTE POR LENA (COSA QUE NO CREO QUE OCURRA PARA MI DESGRACIA) PERO COMO ROBERT NO TIENE ESE INTERÉS EN ELLA...¿O SÍ :O <33? PUES ENTONCES QUE SE ALEJA QUE ALEC PUEDE CUIDARLA EL SOLITO AHORA QUE YA LO RECUERDA ;)
    MECAEGONETODO ES VERDAD Y LO DE SU PADRE'1?!?!!!¿?!?
    AY LA QUE SE VA A LIAR AQUÍ

    Ostia, se me han bloqueado las mayúsuculas jajajajajajajajajaja madre mía....

    Sublime

    SIGUIENTE!

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