martes, 6 de diciembre de 2011

Encantamiento 52, 2ª parte: Olvídame o recuérdame; yo elegiré lo que menos daño me vaya a hacer.


La habitación olía a humo y sangre combinada con antisépticos y sudor. Largas lenguas de fuego trepaban por las paredes y calcinaban objetos ya irreconocibles que bien pudieron pertenecer a mesas o a personas.
El viento nocturno me helaba la espalda a través de los boquetes que había hecho en los muros, enredándome copos de nieve en el pelo.
Me subí a un pila de mesas de siete pisos, micrófono en mano y chillando a grito pelado a mí animado público. Me sentía eufórico, tanto poder me enloquecía de manera evidente, pero se sentía demasiado bien cómo para importarme.
-¡Y el siguiente lote: Marcus, el camillero! –Extendí el brazo en su dirección como mostrando un escaparate. Había atado y colgado a todo el personal del techo de la cocina. Una vez empecé a obtener ingentes cantidades de poder de los presos, tumbar a aquella chusma había sido pan comido.
Las diferentes especies mágicas llenas de cicatrices y mutilaciones se agolpaban contra mi pequeño castillo de mesas con la única intención de herir a los gimoteantes humanos y Guardianes. Me encantaba ese espectáculo: las tornas acababan de cambiar y ahora eran los presos los que atormentaban a sus torturadores. La bella ironía de la vida. La sangre, las pe­leas, los gemidos; música celestial para mis oídos. Miedo y estupefacción e ira y frenesí se mezclaban confiriendo al aire cargado de humo un delicioso regusto: Caos. Incluso había atado al Dr. Dande por el puro placer de verlo allí, con el terror plasmado en la cara, aunque tenía intención de reservármelo. Volví a acariciarme los doloridos colmillos al mirarle y me mordí los labios; tenía tantas ganas de poder hacerle todo lo que le tenía planeado…-. ¡Eh, tú, las manos fuera si no vas a pujar! –advertía a un centauro que intentaba clavarle un cuchillo a una de las enfermeras. Una simple mirada mía bastó para hacerlo retroceder; me respetaban, sencillamente porque yo tenía muchísimo más poder. Y el favor que les había hecho decidiendo ofrecerles el trato en lugar de dejarlos morir allí se sentía sin necesidad de comentarlo; me lo debían (aunque lo hubiera hecho por motivos egoístas). Yo era el único que podía manejar al resto si así me placía; la verdad es que se me hacía raro que me trataran como a Cristofino-. ¡Bien, y empezaremos la puja por este humano en… -me lo pensé un poco- MEDIO MILLÓN DE DÓLARES! ¿Quién da más?
Los gritos se multiplicaron y se agolparon aún más cerca de mí para llamar mi atención. Los Guardianes lloraron con más fuerza. Reí macabramente disfrutando como un niño el día de Navidad.
-¡Te daré un castillo que cuesta un millón!
-¡Soy miembro de una sucursal, puedo conseguirte el triple en pocos días!
Reí atolondradamente para suplicio de todos.
-¡Mi hija, te doy a mi hija! –joder, ahí va uno que aprecia demasiado la venganza.
-¡Me ofrezco a mí! –miré a la valquiria que acababa de trepar sobre el centauro de antes. Alcé las cejas-. Soy llamada como Astrid y le ofrezco mi vida, mi servidumbre eterna y mi cuerpo; todo lo que de mí quieras –se inclinó a mis pies y me besó las botas llenas de suciedad. Tenía el pelo muy largo, casi a mitad del muslo, de color rubio platino, y, aunque le habían arrancado la mayoría, aún le quedaban incrustaciones de piedras preciosas en la piel formando una tiara en su frente, bajo los ojos y sobre los hombros y el pecho. La sopesé fríamente: había quedado cenicienta y delgaducha por el cautiverio, pero se notaba que había sido muy atlética hasta hace poco; las piedras preciosas demostraban que debía de haber tenido mucho dinero y en sus ojos había un brillo decidido que me decía que su oferta era totalmente cierta, en todas sus partes. De verdad me daría todo lo que yo quisiera a cambio del humano.
-¿Te violó? –pregunté indiscretamente. Ella apretó las mandíbulas, no hacía falta más respuesta. Podía ser una muy buena aliada en la batalla y las valquirias solían actuar en aquelarre así que también podría contar con sus compañeras-. Bien –saqué un contrato de la bota y con un poco de magia fijé las normas-, firma con tu sangre aquí… y podrás hacerle lo que quieras a cambio de tú hacer lo que yo te diga cuando te lo diga.
No dudó un instante. Le marqué las muñecas y el cuello con heridas que nunca desaparecerías, muestras innegables de que lo que ella me prometió. Corté la cuerda con una cuchillada de energía y el humano cayó contra el suelo aparatosamente antes de que la valquiria se abalanzara sobre él.
-¡Yo quería violarle! –se quejó una súcubo, las cuales se alimentaban del la energía sexual, violando hasta la muerta a sus víctimas.
-¡¡Siguiente!! –alcé los brazos y eché la cabeza hacia atrás al tiempo que una macabra sonrisa me ensombrecía el rostro. La sangre me cosquilleaba llena de magia por las venas     . Que los mataran o lo que fuera que hicieran con ellos me daba exactamente igual, pero me encantaba obtener cosas a cambio. El dinero es poder, el poder te mantiene con vida.
Sentí una perturbación en mis barreras de alerta. Más Guardianes acababan de teletransportarse en los alrededores (aguafiestas). ¿Cómo se habrían enterado de mi minirebelión si este sitio estaba completamente incomunicado? Debió ser algún adivino (más aguafiestas envidiosos, si no los invito a la celebración es por algo, ¿no?).
Resoplé, fruncí el ceño y bajé de mi torre con un par de sencillos y gráciles saltos. Cuando corté todas las cuerdas les faltó tiempo para abalanzarse sobre ellos. Me apresuré a tomar del cuello al Dr. Dande para apartarlo del resto pero me distraje por un momento al ver que un brazo salía disparado muy lejos de su cuerpo y una mujer-araña coja de tres patas casi consigue rebanarle una pierna.
-¡ES M-Í-O! –mi aura creció un metro a mi alrededor helándole completamente las manos y antebrazos. La mujer-araña retrocedió lloriqueando.
-Lo siento, señor Seamair, lo siento mucho, diablo de tierra y el hielo –se alejó arrastrándose para no deshacer la reverencia y fue a calentar sus manos en el charco de sangre que se formaba bajo una arpía y su presa.
Eché un vistacillo a la multitud de cuerpos. Vaya, menuda carnicería había propiciado en medio segundo. Negué para sacarme todas las ensoñaciones.
Ya sentía a un ejército de Guardianes correteando por las entrañas del edificio.
-¡Que nadie pase de esta puerta si no queréis véroslas conmigo! –le lancé una mirada en especial a la valquiria.
-Sí, amo –sus dedos repiquetearon sobre la barra de metal que sostenía-. ¿Debo acompañarlo?
-NO. Cuando necesite tu ayuda, te llamaré –le espeté sin ni siquiera girarme. Estaba mejor solo. La puerta del comedor se cerró detrás de mí a tiempo de escuchar a Marcus gritar sobre que no le metiera eso por ahí (mejor no saberlo).
Los repudiados que había liberado eran un buen número y estaban llenos de odio suicida hacia los Guardianes. Si intentaban alcanzarme, estos los detendrían y me darían tiempo suficiente para escapar.
Mi plan maestro entraba en acción.
***
El viento helado de la noche me cortaba las mejillas. Tenía el puente de la nariz enrojecido y eso que mi piel no tendía nunca a ruborizarse. Aún así, el frío no me incomodaba demasiado. Pero la ventisca me quitaba mucha visibilidad, por lo que cree una pequeña barrera a mi alrededor para desviar el viento.
Él chillaba como podía, retorciéndose de las cadenas que había puesto a su alrededor. Íbamos dejando un rastro de los cortes que tenía por todo el cuerpo. Pero no importaba. Me dirigí por la larga muralla. Aquella base estaba junto a una gran presa, en cuanto terminara lo que quería hacer con él, arrojaría el cuerpo al vació y me perdería.
Le di una patada en la cara cuando juzgue que estaba en un buen sitio para deshacerme del cuerpo. Le quité la mordaza, me apetecía oírlo gritar. Cómo estaba claro, en cuanto pudo me empezó a insultar. Eso ya no me apetecía tanto así que invoqué una de mis garras y le atrapé la lengua. Chilló muy fuerte y vomitó sangre a mis pies.
-¿Qué pasa? ¿No te gusta? –incliné la cabeza a un lado y le hablé con tono inocente como él lo hacía conmigo. Arrojé el músculo sobre el pavimento helado-. Qué raro, pero si esto me lo hacías muy a menudo: te encantaba mutilarme para luego volver a unirme los miembros al cuerpo y ver cómo cicatrizaban. Le tenías una especial afición a los ojos… -posé un dedo en la comisura de sus labios y fui abriéndola hacia arriba. Mis nuevas garras no dejaban de asombrarme de lo afiladas  y fuertes que eran. Le hice un pequeño corte en el parpado, para facilitar el proceso-. Hum, si te saco los ojos ahora, esto acabará muy pronto, y eso sería una lástima ¿no? -Continué ensanchándole la sonrisa por el otro lado-. … Es increíble que siempre consigas mantener esa sonrisa tan agradable incluso con las cosas que haces. ¿No te da asco? A mí me repugna sentirme rodeado de sangre y las vísceras de otros… -incluso ahora. Mataba para sobrevivir, siempre; si había un obstáculo y la mejor manera de quitármelo del camino era matarlo, lo hacía. Casi nunca había disfrutado siendo cruel de esta manera (me gusta atormentar, pero mi estilo es mucho más pasivo y psicológico). Realmente estaba perturbado; el olor de la sangre nunca me había excitado tanto. Quería que sufriera, eso estaba claro; ¿pero me convenía desperdiciar mi tiempo en él? Matarlo ya sería más eficaz y rápido. Me encontraba en una encrucijada: ¿matarlo rápido o muy, muy lento?
Separarme de él tan pronto sería un pecado.
-A ver, a ver… ¿qué cosas te encantaba hacerme también? Oh, la Luz, pero, claro, eso a ti no te afecta. Electricidad… –mire al cielo, no sería difícil provocar un rayo, pero eso podía matarlo instantáneamente. Me mordí el labio. Pensé automáticamente en las quemaduras que dejaban las descargas eléctricas-. Fuego –chasqueé las garras de modo que me repiquetearan los tres dedos seguidos. La fricción provocó unas llamas azules y verdes. Abrió mucho los ojos e intentó alejarse-. No te quejes, voy a calentarte contra este frío. -Le quemé las muñecas y la base del cuello, las orejas. Chilló como un cerdo el día de la matanza y eso que aún no había empezado a abrir. Una de las ventanas del complejo estalló en mil pedazos y un Guardián al que conocía salió despedido de cabeza al embalse. Joder, ya habían llegado a la cocina. Tenía que irme ya. Pero no había terminado… Lo miré a los ojos. Mi cabeza ahora más fría intentaba imponerse al frenesí, pero los instintos asesinos no disminuían. Me gustaba demasiado ver el terror y el dolor en sus ojos. Resoplé de mala gana-. Tampoco es que sea lo más divertido del universo –cerré la mano y las llamas se extinguieron. Me puse en pie dignamente y lo miré desde arriba (¡lo que acabo de decir no me lo creo ni yo! ¿Y si me lo llevo?). Los documentos con la información que le había robado del cerebro al Dr. ya estarían quemados, así que a estas alturas yo debía de ser su único conocedor. Sin esos peligrosos recuerdos y la columna dañada, apenas era un insecto molesto. Aunque consiguiera sobrevivir a las heridas, sufriría una fuerte parálisis-. Con esto me conformo, no vale la pena perder más tiempo.
Y dicho esto le seccione de un rápido tajo la yugular y la arteria femoral.
Prefería que muera lentamente aunque yo no pueda quedarme a verlo.

5 comentarios:

  1. O-O Me he quedado muerta! sabía de lo que Alec era capaz de hacer a alguien que le hubiera hecho algo, siempre intentando sobrevivir y ser mas poderoso, pero creeme este capítulo se lleva la palma! Y ahora que va a pasar?? dudo mucho que Lena se lo perdone ..ay dioss!!!!!! Sube pronto mas !! te amoro!! tuya sinceramente, la chica gamba <33

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  2. Ya sabes el dicho: "arrasa con lo que puedas y generoso no seas" xD
    Y lo sexy que está mi niño? No dan ganas de que te coma a lo anibal lecter? (?) En tu caso pelarte primero, gambilla mía, MÍA, MÍA

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  3. XDD Ay mi piratón ajajajaj
    Sexy sexy, no digas nada mas sobre comer por que si no me lo como enterooo!!
    Soy tu gamba forever and ever, you know ;)

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  4. SIGUIEEEEEEEEEEEEEEEEENTEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!! D:

    Publica ya, leches! T^T
    Estoy sorprendida por la falta de protagonismo de Lena en este capítulo. MI LENA TIENE QUE SALIR MÁS. Y ya sabes lo que te mencioné por tuenti, sería un puntazo *_*

    Me imagino que Lenica va a coger un cabreo de tres pares de narices y no va a volver a hablar con Alec, es más, lo va a odiar. Y yo como buena madrina que soy lo entenderé, porque mi bonita, preciosa, honorable e inocente ahijadita no sabe nada y vive terriblmente engañada por el psicópata pedófilo de su padre. Aish.

    PUBLICAAAAAAAAAAAAAAAA T_T

    Posdata: NO-ME-GUS-TA-LA-MAL-DI-TA-VAL-QUI-RIA-DE-LAS-NA-RI-CES DDDDDDDDDDDDDDDD:
    ¿Qué ****** es eso de ser su esclava para siempre? ¡Si tantas ganas tienes de vender tu cuerpo vete a un burdel, nena!

    *cabreada*

    Sayonara, baby, eres la mejor ;D

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  5. hola primita soy ana mi amiga pilar se queja de que no hay dibujos ni comics.
    tu prima ana con cariño

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