lunes, 12 de septiembre de 2011

Encantamiento 43, 4ª parte:


Abrí la puerta de la caravana y descendí los pocos escalones. Nicole estaba allí sentada, con la espalda rígida y la mirada fija. Tenía los ojos un poco hinchados y las mejillas enrojecidas y húmedas todavía. Al verme aparecer se apresuró a frotarse la cara en un vago intento de ocultar sus últimas lágrimas.
-Deberíamos buscar gasolina.
-¿Con quién has hablado? –ignoró lo que le había dicho.
-Con alguien. ¿Qué te ha contestado a tu pregunta?
Los dos nos quedamos en silencio. Ella sabía que yo había hablado con un demonio y yo que ella se estaba convirtiendo en uno. Sin necesidad de palabras, nos dábamos cuenta de la información tan peligrosa que tenía el otro.
Dejé que ella fuera la primera en hablar:
-Diles algo y se enteraran de tu amigo.
No respondí, tampoco hacía falta que habláramos del mutuo chantaje; no era el primero que compartíamos: yo no hablaba de la Flor ni de lo que le estaba haciendo y ella no contaba lo de mi contacto. Ah, y ambos manteníamos en secreto que nos conocíamos de antes de vernos envueltos en todos estos líos con los Guardianes y que habíamos escuchado conversaciones sobre nosotros cuando no deberíamos y que luego me había besado y… ¿pero qué digo? Mi relación con Nicole se basa en mantener cosas en secreto y en intentar coaccionar al otro con esos datos.
-Vámonos.
Pero ella no se levantó.
-Me echaran. Si lo supieran me echarían, ¿o harían algo peor conmigo, con nosotras?
-…Posiblemente –los Guardianes destruían demonios; ya les estaba costando bastante tenerme a mí entre sus filas.
-Esto haría que dejara de interesarle a Robert –se rió sin ganas.
-¿Es que te sigue importando lo que ése piense de ti? -¿incluso después de enterarte de que solo iba detrás de ti por una profecía?
-No tengo a más sitios a donde ir que su casa, tú mismo me echaste en cara todo lo que sacrifiqué… para nada –se levantó y se sacudió el polvo de los vaqueros; creo que era la primera vez que no la veía con una falda de tubo puesta. Como buena chica metropolitana y, ante todo, para conseguir mantener su tipo de presentadora cañón, Nicole había sido usuaria del gimnasio más cercano a su apartamento; de modo que, a pesar de los palizones que se estaba dando con los Guardianes y del cansancio, se le notaba un cuerpo atractivo bajo aquellas ropas robadas de mala calidad. Era algo evidente para cualquiera que la mirara, así que no iba a negar que Nicole era guapa incluso con esos pelos de loca que se le quedaban. Yo no le daba demasiada importancia al aspecto físico (mis ex eran en cuanto a complexión bastante distintos entre ellos, ya que hablamos del tema; Campbell puedo deciros que es verdad). Lo veía sin demasiado mérito; se tiene materia prima o no (muy arbitrario para mi gusto), lo que hagas a partir de ahí es cosa tuya. Y eso nos lleva a las modas, que van cambiando constantemente se refirieran al aspecto, la ropa o la música; dejarse arrastrar por ellas como hacía la obsesa de la ropa del Renacuajo me parecía un sinvivir porque jamás lograbas estar siempre a la última (era sencillamente imposible si cada semana te tenías que comprar una cosa nueva o cuando empiezan con que “está de moda no ira a la moda”, más imbéciles y no nacen) y acaban comiéndote el cerebro los complejos que solo sirven para hacerte sentir mal con tu propio cuerpo. Yo prefería ir a mi bola, pero este no era el caso de la mayoría de la población que sí le daban importancia (por mucho que lo nieguen, siempre serán frívolos y materialistas, es casi imposible no serlo en la sociedad actual). Pero bueno, el aspecto externo de una persona es muy útil para lograr sicoanalizar al sujeto (clase social y grupo al que pertenece, nivel educativo, intereses…),  y así ver los puntos débiles de una persona, pero, además, podía emplearlo para manipular (el archiconocido Poder de la Sugestión). No tenía ningún problema en reconocer que yo era y sigo siendo un falso, usaba la técnica de hacerme pasar por el “chico guapo y simpático” o la del “guapo misterioso” para salirme con la mía siempre que lo necesitara. Y es que de pequeño yo no era como ahora, no era en absoluto apuesto y tenía incluso peores pulgas (en realidad no, pero es que aprendí a disimularlas); entiendo perfectamente como pueden variar las cosas según la impresión que des y la verdad es que tuve suerte en cambiar al crecer.
Eché a andar tras comprobar visualmente que no comenzaría a llorar de un momento a otro, podía aguantarse perfectamente hasta estar a solas.
¿Y que a qué venía toda esa perorata sobre lo que yo pienso? Pues para que se os metiera en la cabeza de una vez que, sí, Nicole era guapísima y me daba perfectamente cuenta, pero que no me llamaba la atención en ese sentido.
Me daba exactamente igual. Y además, Lena ni siquiera podría entrar en el espectro de “mona” de los arquetipos de belleza actuales si nos ponemos en este plan.
Caminamos el uno junto al otro en silencio. Nicole iba cabizbaja, pensativa. Debía estar conversando con la Flor, pues cada cierto tiempo ponía expresiones de desacuerdo o suspiraba en silencio. No dije nada, no quería saber más del asunto. Puede que el caso de Nicole fuera particular y solo por eso alentaba algo mi curiosidad, pero estaba claro que por el momento nada interesante iba a pasar. No merecía la pena prestarle atención a algo que se repetía constantemente.
Unos niños pasaron a nuestro lado y empujaron a Nicole, quien, tan distraída como iba, perdió el equilibrio. Para recuperarlo, se asió a la manga de mi camisa.
Alzó la mirada, con los ojos aun enrojecidos. No cambié ni mi cara ni la postura, a excepción de que había bajado la cabeza para ver si se estrellaba.
-Lo siento –se disculpó y apresuró a separarse y seguir andando. Ella, por ejemplo, no podía evitar dejarse influenciar por el exterior aunque supiera perfectamente que debiera tomarlo como algo superfluo; yo le interesaba exteriormente por muy mal que a tratara. Le estaba costando mantener la dignidad y su fachada de presentadora del noticiario, se notaba a la legua. Frunció el ceño y giró la cara para que no me diera cuenta de que se ofuscaba con algo que le decía la Flor. De repente hizo un aspaviento muy raro y las piernas se le cruzaron, casi pegándose un ostión contra el suelo; entonces la rodilla derecha se le dobló. Nicole chilló asustada y volvió a enganchárseme a falta de más cosas sólidas cerca.
Jadeaba. -¿Qué..? ¡Flor, NO, PARA!

3 comentarios:

  1. BUAaaa!!! que cabronaza la flor dorada esa no??? aissss.. con lo bien que me cae esta chica.
    Y Alec, me encanta, y ojala puedan terminar juntos y se olvide de Lena; aunuqe tengo la esperanza de que ella no se ha olvidado de él; simplemente finje hacerlo ¿no?

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  2. La Flor me cae bien xD
    Tiene su puntico cabrón viejuno.
    y... ¡Aleluya! Alec le mira las curvas descaradamente! Qué pena que no le atraiga eso xD

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  3. Viva la flor, con lo maja que parece xD Esa flor debería liarla más, MUCHO MÁS xD

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