viernes, 16 de septiembre de 2011

Encantamiento 44: Posesiones corporales a tiempo parcial.

//Pues este capitulazo está dedicado a mi "esposa" Mery; tú si que eres una lianta aunque te hagas de querer (ni yo mismo me explico cómo lo consigue). No cambies (lo que venga después podría ser aun peor) y no me pegues muy fuerte cuando leas esto//

Me quitó la mano del brazo como si le hubiese quemado. Alcé una ceja sin quitarle los ojos de encima, esto estaba siendo muy raro, pero también entretenido. La cara de Nicole se puso arrebolada  como un tomate debido al bochorno. Su expresión era un poema: parecía no aclararse entre si estaba furiosa o asustadísima con que las piernas se le siguieran moviendo solas. Hasta este nivel llegaba el control de la Flor que podía dominar su cuerpo; darse cuenta debía de ser lo que la horrorizaba tanto. Y ella se estaba resistiendo, de ahí tanto espasmo. Volvió a tropezarse y caer hacia delante, hacia mí, pero me aparté y se dio de bruces contra una mesa (¿os pensabais que la cogería en brazos a lo princesita y su caballero? ¿En serio, qué coño os habéis fumado para pensar que yo iba a malgastar tiempo y energía en algo como eso?).
-Agh –parece que le dolió en borde metálico contra el estómago-. ¡Flor, por favor...! –empezó a suplicarle, la voz se le quebró. Volvió a hacer un esfuerzo hercúleo para mantener en pie su dignidad y no derramar más lágrimas.
Pero las piernas volvieron a ponerla en pie a pesar de que trató de engancharse a la mesa. Nicole me recordaba un poco a un pulpo… o a una araña con solo dos patas borracha. Menos mal que mi barreara la mantenía invisible a ojos de los demás, porque daba el cante de una manera…
Nicole consiguió tirarse a sí misma al suelo, una manera poco ortodoxa para que no la llevara dando tumbos de un lado para otro. Se revolvió en el suelo; Flor quería levantarla. Acabó venciendo el espíritu. Nicole chilló de frustación, se le estaban poniendo los ojos brillantes.
¿Intervengo? Humm, perdemos tiempo, pero creo que dejaré que siga dándose de ostias.
-¡Kyiiiaaah! –se abalanzó contra mí (antes hablo, antes la cago; con lo entretenido que era…), sus brazos en alto apuntando hacía mi cuello. ¿Pretendía estrangularme? Reaccioné automáticamente agarrando con fuerza sus brazos. Pero siguió insistiendo, intentando desasirse. Le hice una llave, obligándola a quedar de espaldas y bloqueándole los brazos contra el cuerpo, convertí los míos en barrotes para que no se moviera. Mis brazos se adaptaron rápidamente a su perímetro, tuve la suerte de me venía bien de altura (no me tenía que agachar ni estirar). Mi costilla rota se quejó, pero la ignoré y con una pierna le golpeé en los tobillos para que perdiera de nuevo el equilibrio y no intentara patearme. Nicole recibió con sorpresa cuando la acerqué a mi pecho pero Flor no cesó en su intento y se contorsionó al mismo tiempo que la Cucaracha le suplicaba que parase. Ni siquiera yo entendía qué buscaba con ese comportamiento (aparte de hacerla sufrir y humillarla, claro está).
-¡Para, para! No me hagas esto, devuélveme el control –seguía siendo la Cucaracha quien hablaba-. ¡De acuerdo, sí! –admitió medio en gritos a las exigencias que le imponía-. Sí, tengo miedo; no sé qué voy a hacer –un gemido se le escapó de la garganta y nuevas lágrimas aparecieron en sus mejillas-. Esto me supera y ya no puedo más; s-sola no puedo. Pero, maldita sea, sabes que estoy harta de parecer patética y de ir arrastrándome por todos lados y de dejar que me engañen… Nada de esto me había pasado antes y no sé cómo reaccionar… Pero no lo hagas más difícil de lo que es, jo-joder.
Dejó de luchar tan rápido dijo esas palabras. Nicole se dejó colgar, lánguida, dentro de mis brazos, los cuales seguían aferrándola con la misma eficacia.
Resoplé. De modo que el parasito solo quería que dejara de hacerse la fuerte. Vale que no le venía mal una cura de humildad, pero se había pasado un poco con la escenita y ahora me cargaba al mí el muerto lloroso. Con la gracia que me hacen las lágrimas…
Sus dedos se agarraron a la tela de mi camisa otra vez al darse cuenta de que podía simplemente soltarla y dejar que se diera de morros contra el suelo (vaya por Belcebú, justo lo que iba a hacer). Fruncí el ceño, podía probar a empujarla.
Nicole siguió apretando la cara contra su hombro. Sentía cómo se le estremecía la espalda al sollozar en silencio, pero aún con lo que acababa de pasar seguía siendo demasiado orgullosa como para dejarme ver cómo lloraba. Creo que entendía cómo se sentía la Cucaracha, todo esto que nos pasaba también estaba logrando que yo me sintiera y me comportara como un imbécil sin pretenderlo y lo odiaba.
Seguía llorando sin poder reprimirse a pesar de que hizo un par de esfuerzos (al menos lo intentaba).  
Se me revolvió el estómago. Me desagradaba. No me gustaba que la gente se pusiera a llorar delante de mí. En momentos como este era yo el que sí que no sabía cómo reaccionar y eso me enervaba.
Gruñí empezando a malhumorarme. Interpretó muy bien, por eso da la impresión de qué sé ser amble con la gente; pero no es cierto. No me gustaba hablar ni tocar a las personas si no era necesario (a estas alturas ya deberíais de saberlo). Lo que pasa es que la gente es previsible y sé darme cuenta de lo que esperan y de lo que quieren conseguir: sus debilidades. Y que sea tan fácil es tan aburridamente predecible como suena. Pero mi especialidad era golpear donde les duele hasta que se derrumban. Lo contrario… He leído muchos libros en mi vida (ya sé que soy un poquillo (bastante) friki)… solo por eso sabía que se suponía que tenía que intentar consolarla, pero no cómo conseguirlo. Joder, yo no voy lloriqueándole a nadie, así que nunca habían tenido que hacerlo conmigo. Es mucho más fácil atacarlas, conseguir que no se me acerquen. Agh, odio no saber qué hacer, no tener un plan es lo único que realmente me puede sacar de quicio y alterarme los nervios por completo. Justo como ellas están consiguiendo hacer ahora mismo. Sé que es contradictorio: me aburre saber todo lo que va a pasar, pero no soporto el no saberlo.
Podía probar a empujarla otra vez y, si eso no da resultado, me esperó un poco a ver si se calma, que si no lo hace, pues me la llevo a rastras tal cual. Decidido, a su manera era un plan.
-¿¡Qué estáis… haciendo!? –giramos la cabeza reconociendo la voz.
A Nicole se le desencajó la cara. Ayayay, no, en el peor momento posible; cuando menos conviene que aparezca ¡es cuando tiene que llegar!
Había programado mis barreras para ocultarnos de humanos y demonios, así que nos había pillado de pleno. Sabía lo que parecía: que Nicole estaba llorando mientras la abrazaba, y casi parecía que ella me estuviera correspondiendo.
-¡Rob… Robert! ¡No-nosotros no…! –la lengua se le quedó pillada.
Arrugó una hoja que llevaba en la mano, en la otra traía un pequeño bidón de gasolina. Tenía los músculos de los hombros tensos. Las venas del cuello del-que-se-hace-el-héroe empezaron a hinchársele rápidamente, como cuando la ira iba a dominarlo y deseaba destrozar a golpes a su adversario. Me miraba fijamente.
Maldita sea, ¿es que el destino se ha empeñado en hacerme morir? En serio, qué problema hay conmigo, ya va siendo hora de que me entere, ¿no?


4 comentarios:

  1. XD Pillada in fraganti! nicole es que no puede ser a ver si te decides!!

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  2. Madre mía, este Alec insensible... jajajaja me mata xD!
    "Con lo fácil que sería darle un empujón y seguir mi camino, pero NOOOOO tengo a la tonta enganchá a la camisa, ole mi suerte"
    xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

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  3. Genial!!!! y el dibujo me parece ideal!!! me encantaría saber dibujar así.
    Sigue pronto que está muy interesante!

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  4. Me matooo ajaajajaj ¿es que pretende estrangularme? ajajajajajajajaja enserio me lo imagine y todo! ajahaha Uyuyuy pillada! (que se joda Nicole! me cae mal si T.T)

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