domingo, 16 de enero de 2011

Encantamiento 9: Luz.




Todo está hecho de magia: las cosas inertes, los seres vivos, hasta la nada. Todo lo que existe e incluso lo que no, contiene su propia magia, su energía. Puede parecer complicado para aquellos que no vean el mundo como yo lo veo; incluso la mejor de mis explicaciones dejaría mucho que desear. Pero lo voy a intentar, no me digáis que no.
Ante todo debéis tener en cuenta que la magia está en todas partes. Puede que muy evidente y en gran cantidad como es el ser capaz de metamorfosearse de lobo a humano del recientemente difunto Girond; o en pequeña cantidad e imperceptiblemente como en una piedra. O un humano. También, ya que estamos, es necesario ser conscientes de otra cosa fundamental: ciencia y magia son lo mismo. Desde siempre los adivinos, alquimistas y médicos, los científicos de la antigüedad, han sido denominados del mismo modo relacionándolos estrechamente con la magia y el mundo espiritual. Pero con el tiempo los humanos perdieron las supersticiones y con ellas su habilidad de ver el lado oculto de las cosas. Fue entonces cuando inventaron la diferencia entre magia y ciencia. La ciencia es simplemente la magia que ellos controlan tan habitualmente que lo toman como normal, mientras que se reserva el término “magia” para cualquier cosa que escape de su comprensión, por muy racional y metódico que pueda parecernos a los seres que vivimos con ella. Como veis, es todo solo cuestión del punto de vista con el que lo mires. Para mí el mecanismo de teñirme el pelo de rosa fucsia con un chasquido es tan simple como que cuatro menos tres es una (una pequeña operación muy obvia que ahora no pienso explicaros, no vaya a ser que el pelo rosa fucsia se ponga de moda).
Bien, ya sabéis que todo tiene su propia magia, pero ahora debéis entender que hay diferentes formas de magia. En realidad la magia es la misma, pero su forma de expresarse es distinta. Una flor y un hechizo lanzado tienen magia, pero una es capaz de cambiar su entorno más que la otra (pregunta de examen: ¿cuál de las dos es? xD). Están las magias neutras o comunes, que son las que forman todo lo que te rodea. Las diabólicas, de los demonios obviamente; estás apenas se diferencian de las anteriores si acaso por ser más fáciles de manejar a voluntad y por tanto más evidentes al espectador. Un demonio tiene más fácil utilizar su magia que el susodicho pedrusco anteriormente mencionado (sí, el pedrusco me cae bien).
Y por último, la magia divina, la Luz. Está magia es la que más se diferencia de las otras dos, tanto por su forma como por lo que es capaz de hacer. La Luz es una magia que de forma natural es casi imposible de encontrar en estado puro. Según muchas culturas, La Luz es el poder del Bien Supremo que otorga a sus más incondicionales fieles una parte de su poder para luchar en su nombre, los Guardianes de la Luz (esos seres entre humanos y divinos mandados al mundo por El Supremo Bien que aniquilan demonios). Otros sostienen que los Guardianes no son otra cosa sino Luz hecha humana. Cada cual que piense lo que quiera.
La Luz es una magia purificadora. Es como los ácidos sulfúricos, corrosiva; destruye todas las demás fuerzas y, bueno, deja limpio de vida aquello que toca. Considera que todo aquello con un poco de oscuridad es maligno, y como podéis leer antes, las magias neutras son casi iguales a las diabólicas, ¿no? Todos estos tipejos que creen tanto en el Bien Supremo afirman que es una fuerza bendeficadora contra el mal. ¡Y ya lo creo! Destruye hasta el mal más pequeño e inofensivo del universo simplemente porque no es luz como ella. Y mi pregunta estrella: ¿si se supone que es tan buena, por qué hace daño a esos seres inocentes (mejor no me meto a mí mismo en tal clasificación) que perfectamente podrían estar haciendo mucho bien al universo, la humanidad o cualquier cosa de esas por los que los mismos tipejos dicen estar luchando? Yo tampoco lo entiendo.
La Luz es una magia peligrosa, entre otras cosas porque solo los Guardianes, como descendientes de la Luz, pueden manejarla sin sufrir daños (y ya sabréis de lo que son capaces unos fanáticos extremistas como lo son ellos). Y…
Los gruñidos de los muchachos de Girond al percibir el fallecimiento de éste me sacaron de mi estupefacción de nuevo a la realidad. Creo que será mejor que dejemos las clases de magia para otro momento.
Eché un vistazo por encima de mi hombro. Los licántropos eran ya solo dos (bravísimo por el desagradecido pelirrojo). Los dos demonios cruzaron, al unísono, una mirada conmigo en la que se me acelero el corazón. Algo malo tenían esos ojos, una promesa: iban a vengarse por lo ocurrido aquella noche, y yo sería el primero en caer.
Hecho esto, los licántropos salieron por patas del recinto; sin líder eran incapaces de luchar. El Guardián pelirrojo hizo ademán de perseguirlos pero se detuvo con la llamada de Lena:
-¡Colyn, déjalo, ya hemos cumplidos! –tenía la voz aguda y algo molesta. Así que el pelirrojo desagradecido se llamaba Colyn… (la verdad es que no me importaba lo más mínimo, pero la frase queda mucho mejor terminada con puntos suspensivos)
Me giré en el sentido contrario para ver a Lena acercarse tranquilamente al cadáver de Girond, agarrar el mango de la daga y liberarlo de los huesos que lo apresaban con un gesto simple. El brillo de los fluorescentes en el metal, ofreció una imagen hermosa rodeada por la sangre que hizo salpicar, la cual le daba el inesperado aspecto de estar sosteniendo una rosa de color carmín en su punta. Ese artístico efecto no duro ni un mísero instante antes de disolverse por la gravedad, que hizo caer la sangre contra el suelo.
Aun sentía como si el mundo se hubiera puesto en modo cámara lenta; todo se movía más lento, mis ojos fijándose casi con necesidad suicida hasta en el más mínimo detalle y mis oídos interpretaban los sonidos que me rodeaban como si estuvieran amortiguados. Esa horrible sensación de estar moviéndote a través de una gelatina demasiado espesa, que solo me ocurría en los instantes en los que estaba convencido de que iba a morir.
Pero no había muerto, me dije para intentar relajar un poco mi sistema nervioso e intentar recuperar una actividad más normal de mis sentidos.
Lena sacó de modo ausente un pañuelito de su chaqueta, para limpiar con mimo la hoja; como si estuviera limpiando a un bebe en lugar de a un arma potencialmente mortal. No sé porqué aquella escena me dejo desencajado. Nunca supe que Lena fuera una Guardiana, ni se me ocurrió. Habíamos pasado tanto tiempo juntos siendo niños y… nada. Ser un Guardián se lleva en la sangre; es todo muy familiar y si no has nacido así no te dejarán jamás ser uno de ellos (en realidad casi todo en este mundo pasa por intereses de la familia o la sangre, tenedlo en cuenta). Por lo tanto, aunque fuera pequeña, Lena ya debería de haber manifestado esa aura de los Guardianes de la Luz y yo se suponía que ya tenía bastantes instintos de detección a esa edad. No lo entendía, por mucho que le diera vueltas.
Bueno, sólo tenía que asumir que mi mejor amiga y amor platónico de la infancia no solo seguía viva sino que siempre había sido un soldado del Bien Supremo. Decidirlo es muy fácil…
-¿Estás bien? –dije de repente acordándome del zarpazo que había tirado a Lena por los aires.
-Ah, sí, solo fue un raspazo –mostró el costado que había recibido el golpe con una sonrisa boba en la cara. La tela estaba destrozada al igual que el chaleco antibalas que llevaba debajo, aunque este había parado casi todo el daño de modo que en la piel de Lena solo lucían tres pequeños arañazos alargados. Respiré con calma. Los licántropos no producen veneno en las garras y las posibilidades de que se le infectará eran muy bajas-. ¡Pero tu brazo…!
-¿Eh? –estaba completamente despistado, esto no era normal en mí. Se suponía que yo era un chico agudo que las pillaba todas al vuelo. Eché un pequeño vistazo a la postura demasiado retrasada de mi hombro izquierdo. Se me había olvidado por completo con lo que duele un hombro dislocado. Como he dicho “se suponía”…-. Esto se arregla rápido –intenté que mi voz sonara neutra. Por algún extraño motivo al que no encontraba ninguna explicación posible, no quería preocuparla.
Lena se acercó a verlo.
-Esto… gracias por salvarme… y ayu-darnos. –Miraba el suelo o mí brazo, pero nunca directamente a mi cara-. ¿Te puedo echar… u-una mano? –puso un tono raro que me hizo dudar.
Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo, recuerda que no es “tu Lena”, puede ser peligrosa, ¡no te fíes!
-Mejor n…esto, vale –estúpido, debilucho, blandengue, nenaza…-. Tira hacia afuera cuando yo te diga. 1, 2, ¡3! –me mordí el labio con los colmillos para aguantarme. Por suerte el dolor solo duro un instante-. Bueno, ya está. Esto, puedes soltarme…
Lena sonrió sin dejar de agarrarme con fuerza el brazo. Clic, unas esposas aparecieron sujetando mi muñeca a la suya.
Sus ojos azules brillaron con una mezcla de nerviosismo y triunfo.
-Nos has ayudado mucho –su sonrisa tembló un poco- y eso contará mucho a tu favor en el juicio, no lo dudes.
Decir que me sentí como el más completo idiota del mundo es poco. Acababa de coronarme como tal. Caer tan bajo fue como una puñalada a todos mis instintos de supervivencia y normas autoimpuestas de “no fiarse” arraigadas durante años y años, que a la hora de la verdad, me había pasado por el forro. Queridos lectores, aprended un poquito de este estúpido mago de tres al cuarto, a veces tendríamos que escuchar más a lo que te dice tu cabeza. O tendréis que sufrir como con la mía, que en ese preciso instante me cantaba la retahíla de:
“…Lo sabía, mira que lo sabía…”

2 comentarios:

  1. isabella-sofie-ssmj31 de enero de 2011, 11:36

    je connais l'auteur et son livre m'enchante ...ah!!!!!! et à mon amie Virginia aussi ^^ ^^ un baiser isabella Sais-tu celui qui je suis, non?

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  2. Ups... pobre Alec... tiene qe ser desconfiado por narices... bueno, a por el siguiente!!

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