lunes, 31 de enero de 2011

Encantamiento 15: El héroe y… ¿yo?


Ya me había librado del Convertido psicópata, de las esposas, tenía de nuevo mi magia y como Lena no andaba cerca nada la estaba anulando. Ya solo debía escapar de allí sin meterme en más peleas. Al parecer había recuperado las riendas de mi vida o, al menos, ya me faltaba poco.
Me asomé al palco. Al fondo del vestíbulo estaba la entrada, la recordaba. Podía salir pero había mucha gente luchando en medio. Y no podía sobrevolarlos ni teletransportarme, una pena.
Me subí sin dificultad alguna a la barandilla, apoyando ambos pies en la estrecha superficie; tenía la confianza suficiente para creer que mi equilibrio no me la jugaría. Puede parecer egocéntrico bien mirado, pero en ese preciso instante me sentí poderoso. Revertir la vida cotidiana e imaginar que toda aquella gente a mis pies no era más que escoria a mi lado resultaba agradable. Yo era un ser superior viéndolos luchar entre ellos. Solo duró unos segundos antes de obligarme a volver a la realidad. No era momento para fantasías.
Salté. Un simple impulso hacia delante y mi cuerpo se venció al vacío.
El aire golpeó mi pelo igual que con mi ropa lanzándola con su impulso hacia arriba mientras yo caía los veinte metros del balcón. Atravesar las capas de aire me hizo cosquillas en la piel desnuda. Mis pies dieron contra el suelo con un golpe seco. Casi podría haber seguido andando como si tal cosa de lo fácil que me había resultado. Me levanté con mi elegancia innata. Con un sencillo movimiento aparté el pelo de la cara, todo tan fluido que parecía un solo movimiento. Parecía una de esas escenas de anuncio en las que un actor súper sexy (yo) se movía a cámara lenta para enamorarte.
Pero un Guardián me chafó la puesta en escena al ser lanzado contra la pared pasando a toda velocidad junto a mí, a punto de darme. ¡Qué poco aprecio por la escenografía…!
-¡Tú! –no me di por aludido hasta que vi al-que-se-hace-el-héroe, espada en ristre, correr cortando cabezas de vampiro hacia mí. Me puse un tanto pálido. Ver a alguien acercársete mientras decapita como si nada preocupa un poquito, en realidad bastante.
Mi primer instinto fue correr hacia la salida, un poquito obvio.
El héroe viró perdiendo de vista su tarea aniquila-vampiros. Salió disparado a cortarme el paso con su enorme cuerpo. Maldije entre dientes. Él apuntó la reluciente espada plateada a mi cuello. Pude esquivarlo por muy poco. ¿No se suponía que no debía meterme en más peleas? Pues mira que es lo primero que hago…
-¡Ey, espera! –hice un intento desesperado de distraerlo con una conversación, aunque fuera solo un monólogo.
-Te estás intentando escapar –pues la verdad es que sí.
-No, no, te equivocas… -necesité dos segundos para inventarme una excusa-. ¡Quiero ayudaros a acabar con los vampiros!
Me miró fijamente con sus ojos dorados. Volví a sentirme un poquito molesto con esos ojos. Antes me había mirado igual, pero entonces no brillaban con todo su esplendor. Me estaba mirando como un cazador a su presa, como si yo fuera un premio para colgar en la pared. Odiaba que me mirasen así.
Necesitaba demostrárselo, que no debía atacarme, de alguna forma o estaba claro que me mataría. Estaba deseándolo, no sé porqué no lo había hecho todavía.
Pero no se me ocurría nada coherente.
¡Al cuerno! ¡Imaginación al poder!:
Le mire con fijeza dando a mi cara un tono grave.
-Tengo que hacerlo; tú no lo entenderías –dije claramente dándole profundidad a cada palabra e intentando que mi tono sonara duro y decidido al mismo tiempo que con un deje de dolor, aposta mal reprimido, como si se me escapara sin querer. Yo no iba a apartar la mirada, pero ahora no con mi habitual intención de acongojar a la presa, sino para que diera la impresión de que me reafirmaba a mí mismo en mi propósito. No me iba a dejar vencer ni siquiera por él. Aunque intentara detenerme no lo conseguiría.
No dije nada más. Ahí lo dejo todo. Si él quería montarse la película de que, por ejemplo, yo era una persona mínimamente honorable que quería vengar la muerte de un ser querido a manos de los vampiros… por mí adelante.
El asesinato por ajuste de cuentas/venganza está muy extendido después de todo. Estaba claro que una pequeña parte de él lo entendió y quiso darme cancha libre para mi venganza, como habría querido que hicieran con él, porque como abiertamente se podía ver en su cara nada más montarse la película más lógica (el argumento de libro que he descrito antes), vaciló.
En realidad mi pensamiento no había sido del todo mentira: no iba a parar, no dejaría que nadie acabara conmigo. Mi único propósito era seguir vivo.
Ese pequeño momento fue todo lo que necesité para seguir con el juego. Me lancé contra el-que-se-hace-el-héroe. Soltó una exclamación de furia cuando impacté contra su pecho, desequilibrándolo. Fuimos a dar al suelo cuando un par de flechas se clavaron en la pared, en el lugar dónde estábamos de pie.
-¡Cuidado, casi nos dan! –grité como alarmado para que el héroe (que no parecía muy avispado) se diera cuenta de que acababa de salvarle la vida.
Miró rápidamente las flechas de los vampiros que rezumaron un líquido que agrietó la pared, luego a los vampiros subidos al techo con los arcos todavía en alto. Y, por último, me miró a mí con un gesto desencajado. El muy tonto no se había dado cuenta de nada.
Yo en cambio ya había visto lo que se proponían esos vampiros, los había visto prepararse incluso antes de empezar mi pequeña actuación. Ya lo tenía todo planeado. Solo necesité ese pequeño espacio de duda del héroe y este ataque. Para que podáis entenderme: acababa de salvarlo, reafirmando que estaba de su lado. Por muy tonto que fuese, debía darse cuenta de que podría haberme apartado yo solo y librarme de él. Podría haberlo hecho, sí, y así poder seguir con mi intento de huida. Pero mi nuevo plan era mejor. Era evidente que no lograría salir de allí de una pieza si luchaba con los dos bandos al mismo tiempo, y también que ya me era imposible aliarme con los vampiros después de haber matado a uno de ellos; en resumen: quería aliarme con los Guardianes para que me brindaran seguridad y que ningún vampiro pudiera matarme (para eso tendré que ayudarlos a ganar, qué remedio), hasta que fuera capaz de librarme también de los Guardianes cuando estuvieran ya debilitados por la pelea.
-¡Quita de encima! –me respondió como réplica un poquito azorado. Creo que el haberme caído entre sus piernas y que ahora me apoyara en su pecho lo molestaba demasiado. Qué se estará imaginando éste… Me aparté con toda la dignidad que es posible si te empujan. Decidí que esa no se la apuntaría, de momento…
El héroe se puso en pie. Mirado desde el suelo parecía incluso más impresionante. Sacó un cuchillo del cinturón y lo lanzó contra el vampiro arquero. Obviamente el vampiro fue más rápido y se apartó no sin antes lanzar dos ráfagas de flechas más. Lo vi claro de nuevo; el héroe no podría esquivarlas, eran demasiado rápidas. Otra oportunidad para matarlo, pero también otra oportunidad para mi plan de sobrevivir a largo plazo…
Repté rápidamente hasta ponerme delante de él. Alcé las manos, conduciendo mis energías para que se concentraran y aplastaran en un mismo punto. Una pantalla mágica y casi transparente se formó frente a nosotros. Las flechas explotaron al tocar la pared verdosa. Unas simples cosquillas para mis terminaciones nerviosas que habrían atravesado un chaleco antibalas.
Escuché cómo el-que-se-hace-el-héroe contenía el aire de asombro. Posiblemente nunca hubiera visto algo como esto; incluso gente muy antigua de cientos de años afirmaban no recordar a nadie que hiciera ese tipo de cosas con su magia. Deberíais recordar por vuestro bien, mis queridos lectores, que soy un experto en todo lo referente a hechizos de protección.
-Coge un arma en condiciones –y déjate esos juguetitos con filo que llevas a todas partes, so cacho anticuados. En pleno siglo XXI y pegándose de ostias con espadas… Existe una cosa llamada metralleta que ni siquiera hace falta apuntar de la de balas que suelta, ¿sabéis?- y dispara. Mi barrera solo detiene a lo que viene de fuera –le expliqué para que hasta su cerebro de mosquito lo entendiera.
Gruñó claramente molesto con que le diera órdenes, pero él también debió de darse cuenta de que era lo más sensato. Cogió dos espadas que a mí me parecieron enormes pero que seguramente debían de estar a su escala.
-Levanta –me ordenó.
Miré fijamente las espadas.
-¿Eso entiendes por “arma en condiciones”? ¿Dónde está la metralleta? Con eso no acertarás a los vampiros arqueros en la vida.
-Sí, levanta, iremos dando un rodeo. Quédate cerca, vamos a comprobar esta cosa tuya –su tono no dejaba lugar a réplicas. No me lo pedía, me lo exigía, que es peor. Y encima llamaba “cosa” a mi barrera de magia concentrada; tardé años en lograr que fuera como un verdadero blindaje de tanque. Me ofendía.
Aún así necesitaba que me diera su compromiso:
-Antes tienes que prometerme que no me atacarás ni nada por estilo.
-Vale, vale –me dio largas.
No. Yo necesitaba una promesa valida: -Prométemelo.
El “héroe” resopló pero dijo: -Yo, el Guardián de la Luz Robert Kensington, te prometo por mi alma no herirte intencionadamente hasta que salgamos de aquí –prometer por su propia alma era el máximo grado de compromiso para un Guardián (seguro que os suena), significaba que no podía echarse atrás de ninguna de las maneras. Por eso era clave puntualizar tanto el contrato. No me hizo mucha gracia que solo sirviera hasta que saliéramos de allí (¿qué será exactamente ese “aquí”?) y tampoco se me escapó que había dejado al margen mi libertad, imagino que ese punto no iba a cumplirlo ni de casualidad. Con el mismo tono de asco que usaba conmigo me espetó: -Mueve tu culo de escoria, ya.
-Podrías ser un poco más amable –murmuré un poco porque si no lo decía reventaba.
No lo escuchó o hizo como si no lo escuchara. Ya había empezado con su “rodeo”. La verdad es que muy sorprendido no me sentí cuando lo vi retomar su actividad aniquila-vampiros que yo había interrumpido. Cabezas y miembros saltaban a su camino, muy de vez en cuando nos reteníamos para alguna pequeña peleíta con un vampiro un poco más escurridizo, pero no duraba mucho.
Cuando descubrió que era cierto que podía atacar a todo aquel que quisiera sin recibir daño mientras que cada vez que un vampiro tocaba la barrera, éste recibía fuertes daños como quemaduras o cortes, para el héroe debió de adelantársele la navidad. Parecía un niño la mañana después de Nochebuena. Con su amplia sonrisa no se cortaba un pelo en reírse mientras decapitaba a los indefensos vampiros. Esa sonrisa al matar me recordó tanto a la de mis propios jefes al lograr una jugosa confesión al torturar a enemigos… Un Guardián y un demonio de la mafia no se diferenciaban tanto después de todo. Solo esperaba que después se acuerde de quién fue el Papa Noel que le trajo este regalo.
Y así, el héroe envistiendo contra toda sanguijuela que se le pusiera por delante y yo siguiéndolo a trompicones y con los brazos bien extendidos para mantenerlo dentro de mi barrera, fuimos avanzando. Éramos un equipo un poquito (demasiado) extraño, pero efectivo. Lo sé, ¿el héroe y yo? Es demasiado surrealista para todos.
En poco tiempo atravesamos toda la habitación.
Ya había logrado acostumbrarme a su ritmo y a caminar en calcetines por encima de los cuerpos ensangrentados de los vampiros que iba matando mientras estos se iban degradando en cenizas cuando el héroe se paró en seco. Yo me estampé de lleno contra su espalda y al intentar recular pise un montón bastante grande de cenizas, perdiendo el equilibro y casi cayéndome de culo.
Mi barrera titiló perdiendo fuerza. Solo un segundo que el vampiro con el que el-que-se-hace-el-héroe peleaba aprovechó para golpearme. Se había dado cuenta de que yo era lo único que lo alejaba de la posibilidad de matar al-que-se-hace-el-héroe y con un fuerte puñetazo en la mandíbula supo jugar bien sus cartas. Yo perdí completamente el equilibrio y la barrera se esfumó. Mi barrera no estaba en su mejor momento y por eso pudo atravesarla pero me quedé con el consuelo de que le desintegré la mitad del brazo.

1 comentario:

  1. Tensión, tensión, tensión.
    Me he leído los últimos capítulos (es que estoy de exámenes y antes no he podido, aunque mañana tengo un examen xD), pero quería decirte que me gusta mucho cómo escribes y cómo te expresas, ¡y la historia en sí!
    Sé que no te comento mucho, pero cuando son capítulos, a veces me parece que me repito... ¡siempre te diría que está genial y que espero con ganas el siguiente!
    Un besito^^

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