Contemplaba las puertas con tanta
intensidad que sentía unos rayos x saliendo de mis pupilas. La curiosidad me
entretenía, aunque sabía que no obtendría satisfacción… Me encontraba sentado
en uno de tantos pasillos de la Academia de la Orden de la Luz que daban paso a
la sala en la que se guardaban las “Armas de Dios” (pura Luz concedida a las
familias de Guardianes más importantes; todo lo que necesitas para un bonito Armagedón).
Se sentía un aura de poder inmenso allí dentro, más que como un alma, como un
corazón palpitando. Había una para los Kensingtom y no paraba de preguntarme si
respondería a mi llamada. Para los Guardianes lo era todo, su último y
definitivo recurso; consideraba lo que les dolería a todos los niveles el perderlo.
¿Cómo les afectaría? ¿Habría muchas maneras de hacerlo? ¿Magia tal vez, cúal?
Aquel tema era como salir a dar un
paseo por un laberinto.
-¿Qué?
Di un pequeño respingo y enfoqué
a la persona que tenía al lado a pesar de que la había saludado y llevaba un
buen rato conmigo, como si acabara de darme cuenta de su presencia, mi cerebro
había estado tan abstraído (colapsado) que había dejado esa información en
stand bite y era ahora que la interpretaba. Fruncí el ceño inconscientemente.
–No he dicho nada.
-Pero estás maquinando cómo
decirlo. A veces creo que puedo escuchar los engranajes de tu cabeza moviéndose
–bromeó la Cucaracha-Floreada.
-¿Qué? –Mi ceño se suavizó como
el mejor indicativo de alegría. Esas reacciones neuronales (comúnmente llamados
sentimientos) me atontaron aun más al verla. Me incliné para besarla. Un largo
y suave beso.
Me apartó colocando suavemente
una mano en mi hombro. –Ahora dímelo –cuando sonreía o sencillamente se sentía
feliz, su piel dorada despedía un tibio brillo como en aquel momento.
Si de verdad tenía engranajes en
el coco, en esos momentos sufrían una avería que los movía a trompicones: -¡Eh,
no, mierda, vete! –hice ademán de levantarme pero el dolor de la pierna me dejó
bloqueado en el sitio.
Hizo una expresión de automática
preocupación a mi gesto de dolor, pero siguió hablando (yo no requería atención
médica, la pierna era algo que no se podía reparar ni tomar más calmantes de
los que llevaba)-¿Cómo?
-¡No puedo verte todavía, se me
había olvidado (a la mierda el plan)!
-Normalmente dices cosas muy
raras, pero esta sí que no la entiendo… ¿Por qué?
-Tengo que esperar un plazo mínimo
de cortesía: correr a tus brazos tan pronto queda fatal…–Nicole reprimió un
suspiro, así que me digné a seguir explicando- Lena y yo no somos pareja desde
el sábado. Tengo que esperar más de un día para decírtelo, ya sabes, por
cortesía y esas cosas… para que no creas que estoy contigo por un arranque de
despecho y tal… Y ¿quieres hacerme callar de una vez? ¡Odio el puto suero de la
verdad! ¿¡Pero por qué siguen obligándome a tomarlo!?
Se le torció el rostro; no
terminaba de creérselo, al menos no que lo hubiera hecho sólo por ella.
-¿Aun la quieres? –el brillo de
su piel se atenuó.
-Sí. Pero de una forma distinta a
como os quiero a vosotras.
-¿Y cómo es eso?
-Me incomoda el tema; déjalo o me
saldré por la tangente.
Suspiró débilmente y me dio otro
beso. Me lo perdonaba porque sólo quedaban dos semanas para mi ejecución pública.
***
Habían sido dos semanas… buenas,
no. Pero casi.
¿Por qué? Albert me dio mucha
cancha para estar a solas con la Cucaracha-Floreada de modo que estuve
entretenido, y, desde que no me medicaba, me notaba algo más estable, menos
impulsivo (uff, es que tantos altibajos emocionales eran horribles de soportar:
lo mismo me ponía reír yo solo que pateaba cosas/personas). No fue un idilio
(sabemos cómo soy, mis queridos lectores, y el romanticismos acaba volviéndose
amenazante), pero me mantenía los pensamientos alejados de la tristeza, que no
es poco.
Aquella mañana desperté temprano
para que cuando fueran a buscarme a mi habitación, estar allí. Cuando me marché,
la Cucaracha-Floreada aun dormía plácidamente (me costó horrores no
despertarla).
Dejaron que me aseara, me
pusieron ropa blanca y volvieron a encadenarme. El juicio (como de costumbre)
fue muy corto: me presentaron, dijeron mis delitos, anunciaron mi condena y me
llevaron a una sala de interrogatorio para la espera.
Albert dijo que podría despedirme
si venía alguien a verme. Y sí que vino gente (y no fue para insultarme,
increíble, ¡si va ser verdad que sé hacer amigos!)
Lena fue la primera.
***
Lena me miró con el ojo brillante
a punto de desbordarse. En silencio. Temblando. Así hasta dos minutos y
cuarenta y siete segundos.
Hastiado por la tradición en que
aquello se había convertido, de nuevo fui yo el primero en hablar:
-Aún me pregunto si llegaste a
amarme. Cuando éramos niños, quiero decir; en cuanto a lo que es ahora, no
necesito explicación alguna –no surtió efecto alguno en ella, lo cual me
exasperó-. ¿Sabes? El amor es exactamente como una borrachera: se empieza
tímidamente, unos pocos sorbos… Le coges el gustillo y va entrando más fácil.
Hasta que es demasiado tarde, cala en todo tu cuerpo y turba la mente. Llega un
punto en que te vuelves completamente irracional y estúpido, pero estás tan
eufórico de emoción que harías cualquier locura. Lo que fuera, no eres capaz de
distinguir los límites, es como si no existieran ya para ti. Esta es la mejor
parte, por supuesto, esa que todos buscan. Todos creen que durará para siempre,
pero a la mañana siguiente te despiertas deshecho, vacío. Y enfermo. No sabes
qué has hecho y sólo quedan los reproches y maldiciones. La gente prefiere
omitir este episodio, pero no por eso dejará de sucederse. Como te digo, llega
ese despertar en que quieres morir y te encuentras en la cama con un completo
desconocido. No sabes quién es, cómo ha acabado ahí, qué pudo tener que tanto
te gustara…
-No entiendo qué quieres decir…
Me giré en la silla, estirándome
hasta ella y posando mis manos sobre sus mejillas. –Creíste amarme, es normal
que lo creyeras: la emoción te cegó como a todos y vistes cosas en mí que no
habían o que pensantes que podrían surgir en mí. No me quieres como realmente
soy, este yo actual te asquea, no lo niegues, pero pensaste… que yo aun era el
niño de antes o que podría volver a serlo… No importa, no estoy enfadado; lo
supe desde el principio. A mí también me ha pasado: nunca dejaré de amar a esa
niña, pero tú eres una extraña –hice una pausa. Las palabras dolían al
pasar por mi garganta pero más lo hacía retenerlas-. Cuando llega ese
despertar… sólo te quedan dos opciones: resignarte a tus errores o huir a
buscar algo mejor -hasta el momento nadie se ha resignado a mí. ¿La
Cucaracha-Floreada lo haría?- Ahora crees querer a Robert, igual que me
quisiste a mí, pero te llegará esa resaca que acabará con el amor romántico… no
dudes que ocurrirá, y te darás cuenta de lo diferentes que sois y de que todo
cuanto te atraía de él te resulta enervante. Te caerás de esa nube y lo peor es
que sabes perfectamente cómo será esa caída –Le di un beso en la frente-. Sólo
quería decirte que sabía que las cosas serían así… por si te consuela.
Albert cerró la puerta cuando Lena se hubo
ido. -¿Por qué le has dicho todo eso a Lena?
Me encogí de hombros con una
sonrisilla traviesa. –Lena es muy voluble e insegura… no podía dejar pasar una
oportunidad tan buena de sembrar la semilla de la autodestrucción en una pareja
tan adorable –añadí con retintín y evidente desprecio. Albert me miró de manera
reprobatoria, como diciendo que no debería disfrutar de una crueldad como esa y
si de verdad quería que fuera así cómo me recordaran. -No creo en el perdón,
menos cuando es a última hora.
***
Aburrido, jugueteé con mis
esposas.
La puerta se abrió sin que nadie
me avisara de que tenía una visita. Nicole entró; vi a Albert cerrando tras
ella (Albert la había sacado de la cama, ¿un regalito de despedida de mi
papi?).
Fue directa a la silla frente a
mí, pero una vez allí se quedó quieta, mirándome. La ira y la tristeza en sus
ojos. Por alguna razón que no quise analizar, esa expresión me provocó malestar
y deseos oscuros y obsesivos de hacerla desaparecer. No me gustaba verla así;
admito que es divertido hacerla rabiar, pero detesto cuando me tiene pena. Me
gusta su ira, no su tristeza.
Suspiré quedamente cambiando de
posición en la silla: -
Supongo que un “hola, ¿qué tal, qué te trae por aquí?” a estas alturas es
innecesario… Sé perfectamente qué es lo que haces aquí. Y tú también: esperas
una explicación, saber el porqué de que me halle esposado y tras estos barrotes
–la miré a los ojos, sus grandes y cálidos ojos marrones-. De acuerdo, te la
daré. ¿Recuerdas cuando hablábamos de si estos fuera una novela? ¿Crees que
tendría lectores? Si los tuviera, sin duda serían muy queridos para mí… incluso
si sólo fueran cuatro gatos con mucho tiempo libre -miré a la grabadora que
tenía en la mano-. ¿Los Guardianes te han pedido que me hagas las preguntas o
es sólo cosa tuya? –Suspiré- Tampoco importa ya. ¿Cómo debería empezar? Supongo
que con un título… No sé, ¿Memorias del Brujo? Suena muy cutre, mucho,
necesitaría otro (humm, me vendría bien un supervisor para estas cosas o algo
así). A ver, si esto fuera el principio… supongo que tendría que presentarme y
decir algo como… “Muy buenas, bienvenidos a “Memorias del Brujo”… Me llamo hem… esto… Soy un brujo (¿Ves? Queda
cutre), es decir, un híbrido entre humanos y demonios (sí, mi padre se tiró a
un demonio, ¿contentos?)” –se me escapó una carcajada-. Queda ridículo, muuuy
ridículo. Aish, no sé qué decir, estas cosas no son para mí… Ni siquiera sabría
por dónde empezar.
Empecé a contarle el primer día
en la iglesia de los Marianicos de su Señor, cómo Kaila me traición, mis luchas
junto a el-que-se-hace-el-héroe matando vampiros y dragones, los cambios de
cuerpo, cómo acabé sin hogar al que regresar y viviendo entre Guardianes, de
mis sentimientos por Lena, por ellas, incluso de Dande, le hablé de las
trifulcas entre la Tierra y el Reino de los Infiernos y el papel de los Seamair
en todo ello…
Y así hasta que llegamos a este
momento, frente a frente, y ya no me quedó nada más que contar.
Esta es toda la historia, al menos
la parte más importante.
Pero cuál es el motivo, ¿la verdadera razón
de mi ejecución? Cosas malas he hecho bastantes, para qué mentir. Por ejemplo
matar (¡pero siempre por dinero; si alguna vez me divertí tampoco es tan malo,
hay que saber gozar de tu profesión!). Pero no estoy aquí por eso, qué va. Ni
siquiera por traficante, hechicería o mi destacada cleptomanía.
Me rebanaran el pescuezo por haber nacido
hibrido: mi mera existencia les supone un peligro muy grande. Una lástima,
podría haber muerto por motivos más elegantes o heroicos, al menos por un
motivo serio. Pero no, da igual que no hubiese hecho nada, me hubieran tenido
que matar de todas formas (pero gracias a mi pésimo historial, les cargará
menos en la conciencia que si hubiese sido un chiquillo asustadizo).
Se supone que, tal vez, al
habértelo contado haga que mi esencia siga viva contigo una vez yo muera y esas
chorraditas sentimentalóides que suelta la gente al final de sus vidas. Pero la
verdad es que yo no me siento así para nada: no me ha liberado ni me hará
inmortal. No importa la mella que haya dejado en este mundo o en las personas
que conocí. Un día tendré que morir y ya no habrá vuelta atrás.
Desapareceré.
No pasa nada, yo estoy…
¿conforme? Ya que arrepentirse no vale la pena (no cambiará nada), si puedo
elegir, me iré con la cabeza alta y gritándoles que disfruté de la vida.
Viví. No la mejor vida ni la más
normal, pero viví.
Y toda vida llega a su final. Fue
un placer tenerte como compañía y sabes que no miento.
¿Es malo si me he quedado solo con la frase; 'una pareja tan adorable'? SABES QUE SIGNIFICA ESO???? SIGNIFICA QUE ALEC LES DA SU BENDICION A ROB Y LENA. Y QUE CONSIDERA QUE SON BUENA PAREJA (OBBBVIO).
ResponderEliminarMe gustó el discursito de Alec a Lena...fue muy bonito, y muy cierrrrto (menos lo de Rob, pero ya se sabe por que lo dijo) Yo no creo (pero vamos ni de coña) que la Cucaracha vaya a ser el 'verdadero' amor de Alec. Nop. Sigo pensando que la única verdadera para Alec es Campbell y no por como ella sea con el sino por como el es con ella. Lena fue el pasado, Nicole es el presente y Camp será el futuro ^^
Quiero que Rob le haga una visita a Alec ò_ó
Eeeehm... sí, es muy preocupanta que sólo te quedases con eso!!! xD El fantismo, que nos confunde.
EliminarLa verdad es que no me había parado a pensar si les daba su bendición... hombre, asumido lo tiene, pero ya que le haga gracia....
Muajajaja, sí, por desgracia es así :'D
Le dijo eso sobre Robert para fastidiarla, pero recuerda que no puede decir mentiras así que en realidad sí que lo piensa.
En cuanto a lo último de amores... ni idea, aunque de ser verdad ¡menudo don juan tenemos de prota, se tira a toda la que pasa por delante o qué!
TEMA CAMPALEC: Se valoran demasiado como amigos, no se arriesgarían. En realidad los veo más capaces de romper su amistad que arriesgarse a estropearla con un amorio.
¿Rob? ¿Y que le diría? "Tú, escoria, al fin te mueres" Qué bonito...
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ResponderEliminarJo***!! Ha sido demasiado, todo lo bueno y lo malo de el como persona, como hombre, como híbrido; queda patente en este capitulo. La gente que le ha querido, que ha querido cambiarle, a las que el; a su extraña manera, ha amado hasta el punto de la auto destrucción no hace mas que poner de relieve lo que es una persona, sus luces y sus sombras y lo que hace que al menos yo, adore a Alec con locura. Y espero que sobreviva (solo un poquito, va no seas así XD)
Mi fanatismo por este capitulo es mucho mas intenso de lo que pueda parecer, pero me estoy comportando (en teoría kekekeke)
Bueno n.n Me encanta
QUÉ. BONITO. Y. CURRADO. COÑO.
Eliminar*te abraza* Me encanta que me hayas dicho algo como eso porque precisamente lo que buscaba era mostrar las contradicciones humanas (yo también, que cultureta)
¿Cómo que un poco vivo, eso es un zombi o un fantasma? O.O
..Descontrolate, quiero ver tu furia y amor!!!!!
XD Con un poco vivo me refiero a sobrevivir porrfiiii
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