lunes, 17 de septiembre de 2012

<<#6: Ajustar cuentas pendientes>>

//A todas esas personas que, como yo, se enfrentan a un nuevo curso. Mucho ánimo, que enseguida llegan las próximas vacaciones//

-¿Qué es esto? –alcé la mirada de la telenovela mejicana en la que había caído amodorrado y fruncí el ceño ante el trozo de papel que el-que-se-hace-el-héroe sostenía a medio palmo de mi cara.
-¿El qué? ¿La foto? ¿El idiota que sostiene la foto, o séase, tú? ¿Tu actitud de prepotencia? Precisaría de más información para responder…
Rob gruñó.
-¡La foto! ¡Explícala!
Cogí el rectángulo de papel brillante. -Pues parece la foto de una cámara de seguridad, de esas que ponen a las puertas de bancos y sitios importantes para ver quién entra. Como bien pone en la esquinita de la cámara: del 15 de Abril de este año. Y esta parece Nicole, ¿no? Al menos es su pelo y ese vestido plateado yo se lo he visto. Y si esta es Nicole, esto debe ser NY, seguramente algún hotel de Manhattan.
-Es Nicole… -rezongó-. ¿Y qué está haciendo, a tu parecer? –parecía necesitar te todo su autocontrol (que no es mucho) para que la ira no lo dejara sin aire a cada palabra.
-Vaya pregunta más subnormalítica, es evidente que arrimarse a un tipo con traje en mitad de la calle a la salida de alguna gala o semejante. ¿A mí qué si se lió con otro antes de conocerte?
Me la arrancó de entre los dedos y sacó otra foto en la que se distinguía con bastante definición la cara del tipo: yo.
Mi elocuencia ante aquella prueba fue abrumadora: -Ugh.
-¡No empecéis aún, pues aquí traigo a la otra implicada! -anunció la adivina consiguiendo distraer al celoso-que-se-hace-el-héroe de sus intenciones de golpearme la cara, lo cual aproveché para saltar el sofá y escabullirme de su ángulo de ataque (pero la puerta me quedaba todavía muy lejos). C.Lence estaba arrastrando de Nicole hasta aquí, pero no venía sola. Albert iba detrás, con una mano en la espalda de la Cucaracha, como si la hubiera estado persuadiendo de que no diera media vuelta. –Bueno, ya que estamos aquí, creo que podrías explicarnos que es lo que ha sucedido, adivina.
-Eso mismo digo yo –la Cucaracha parecía contrariada y molesta, me lanzó una mirada inquisidora y yo le hice un gesto hacia el-que-se-hace-el-héroe. Cuando vio por encima las dos fotos que Rob sujetaba, su cara empalideció en el acto. Empezó a tartamudear una explicación, pero las venas de Rob intimidaban bastante (¡es que si le estalla alguna, nos va a poner perdidos!).
-¿Esas fotos son de abril? –Albert pareció sorprendido- Pero vosotros no llegasteis a la Orden hasta Junio… ¿ya os conocíais?
-Pueeeeesssssss… -empezamos a decir, cruzamos las miradas la Cucaracha y yo; ninguno sabía cómo salir del atolladero con vida.
Mierda, incluso nos habíamos puesto de acuerdo para no mencionar ese detalle precisamente por esto: POR EL LIO QUE SE IBA A MONTAR DE ENTERARSE EL-QUE-SE-HACE-EL-HÉROE. Y va la puñetera de la adivina y nos hace esta jugada, muy bonito…
-¡Siempre puede ser photoshop, suelo encargarme de salir borroso en todas las fotos!
-¿Es photoshop?
-No… -¡odio esta droga, maldito seas, Perry el Ornit… uy, perdón, maldito seas, suero de la verdad!
-De hecho, esas no son las únicas fotos –C.Lence sacó un fajo del bolsillo del abrigo-. Y sí, saliste en todas con la cara borrosa menos en esa, qué mal…
-Espero que mueras entre terribles sufrimientos… -murmuré por lo bajini.
-¿¡Más!? –exclamó Nicole, horrorizada-. ¿Cuántas?
-Las suficientes –sujetó el fajó en alto, entre todos nosotros- para contar qué fue lo que pasó aquella noche…

<<El salón Mirror era uno de los más elegantes de toda Nueva York, las altas esferas siempre estaban en disputa por el simple hecho de conseguir una reserva en él. Aquella noche las copas corrían a cuenta del ministerio de cultura y audiovisuales. La excusa: la entrega de los premios a las telecomunicaciones.
Un conocido monologuista presidía el escenario, micrófono en mano, petulante y narcisista, a sabiendas que el público invitado reiría cualquiera de sus gracias sin pararse a pensar en ellas.
Ella estaba allí, sentada en una de las mesas, intentando sonreír y conversar con sus compañeras de trabajo; las pocas amigas que tenía, si es que se las podía llamar así. Simples conocidas con las que a veces tomaba una copa. Pero se notaba que no era feliz. Ni siquiera rodeada de aquellos famosillos y ricachones, lo que muchos idiotas obsesionados con el éxito hubieran considerado como el sumun de su carrera. Idiotas como ella, quién incluso abrazaba la estatuilla con la que había sido galardonada.
Tras mucho mirarla se veía que ocultaba su tristeza bajo una máscara de maquillaje y buenas formas. Pero supongo que nadie la miraba a la cara lo suficiente para advertirlo.
Tal vez se debiera a la pelea con su novio Kevin. Él no estaba allí. Y teniendo en cuenta que él era otro de los gilipollas que sólo aspiraban a codearse con los “grandes”, sólo podía significar que éste había evitado venir por algo o alguien; es decir, para no tener que contemplar el momento en que hicieran entrega de su premio a Nicole. Ese humano no llevaba bien el éxito de su novia si éste superaba al suyo, y lo hacía con creces.
La mesa de Nicole volvió a soltar una ración de risas enlatadas para el humorista de turno, Nicole incluida. Tras lo cual, me divisó. Sus ojos casi negros se quedaron fijos hacia la zona oscura desde la que la observaba. Murmuró unas disculpas y se puso en pie. Mientras venía hacia mí su expresión se fue transformando en la viva imagen del odio.
La recibí con un saludo murmurado contra su oído.
***
El viento amortiguada nuestra discusión, avivado por el ruido de la noche neoyorquina, con sus pantallas gigantes y numeroso tráfico. Ella me había gritado, yo la había amenazado, ella me había agarrado, yo la cogí del cuello… y así no nos quedó otra que retirarnos al vestíbulo para que no nos echara ningún botones.
Me lanzó su premio a la cabeza, el cual esquivé con facilidad.
Dije algo hiriente, con mala intención, para hacerla sentir miserable. Con evidente éxito. Se puso pálida y me abofeteó. La empujé a la carretera de una patada, sus tacones no soportaron aquello y se rompieron, haciendo que quedara tendida sobre el asfalto.
Una furgoneta de repente pitó. La gente chilló. Nicole vio acercarse el vehículo a gran velocidad e intentó ponerse en pie pero la falda de su vestido se le enredaba e impedía.
Me limpié la sangre en la chaqueta de mi traje, el único que tenía, y resoplé sin ganas. La gente de la calle seguía gritando que se apartarse y que alguien llamara a emergencias, viendo lo que se avecinaba, atónitos y expectantes de puro morbo. Pero me pagaban para que no muriese de forma sonada.
La tomé del brazo, poniéndola en pie y en mitad de la línea de rayas blancas mientras el coche pasaba de largo a muy pocos centímetros de nosotros. Nicole estaba lívida y jadeante, como si hubiera visto pasar su vida ante sus ojos.
Murmuró palabras incomprensibles. Yo sonreí socarronamente una respuesta. Las lágrimas de terror y rabia asomaron de sus ojos.
Alguien gritó que la ambulancia ya venía. Así que me incliné y presioné mis labios sobre los suyos, pasando una mano por su nuca. Un simple y casto beso.
Y con las mismas me aparté, riendo otra despedida y deslizando mis dedos a lo largo de su brazo a modo de una ligera caricia, antes de que el shock del casi atropello y el pico le permitieran salir tras de mí; quería descolocarla lo suficiente para poder huir.
Y así, una vez más, me diluí entre el bullicio. Sin que nadie reparase en mí, como una sombra en la noche.>>

Cuando C.Lence enseñó todas las fotos, la Cucaracha y yo nos quedamos helados, cruzamos otra mirada sin saber qué hacer.
-¿Os conocíais de antes? –volvió a inquirir Albert. ¡Una pregunta directa, mierda, mierda!
-Sí –fue Nicole quién contestó-. Pero no es algo precisamente agradable de contar, de modo que decidimos… omitirla para vosotros… Lo sentimos mucho.
Albert arqueó una ceja no muy convencido por la respuesta: -¿Y cuál es esa historia?
-Oh, muy sencillo: me contrataron para impedir su carrera (por meter las narices en la magia y eso). Y como es evidente, que yo lo hiciera bien fue un gran problema para nuestra relación. ¡Pero eso fue hace muuucho tiempo (o al menos esa es la impresión que da con tantísimas aventuras de por medio)!
-¿Y nos lo habéis estado ocultando todo este tiempo? –el-que-se-hace-el-héroe parecía ser el más dolido con aquella información (Ni Albert ni C.Lence se caracterizan por su expresividad, la verdad).
-No queríamos complicar la situación. Ya era todo muy difícil sin nuestras propias rencillas.
-Bobo Boby, tranquilízate, morcón –lo llamé-. Está claro lo que piensas, pero nosotros nunca hemos sido pareja ni hemos pasado de un par de besos. Hasta hace poco ni nos aguantábamos, ya lo has oído.
-¿¡Un par de besos!? –miró a Nicole como si esta fuera Judas con la bolsa de monedas todavía en la mano. Estaba claro que la imagen de perfecta feminidad y éxito que Nicole tanto se esforzaba en proyectar había quedada reducida a pedazos tras esta confesión. Supuse que estaría más angustiada con ese hecho, pero por el contrario, de repente parecía aliviada de habérsela quitado. Ni siquiera dio muestras de estar ya preocupada por la ira del-que-se-hace-el-héroe.
-Sí, alguna vez –contestó con la voz firme-. Pero no creo que ese detalle sea ni tan grave ni de tu incumbencia, Robert.
-¡Claro que lo es! ¡Tú eres…! –tú eres la mujer con la que se supone que tengo que casarme y vivir felices para siempre, ¡me niego a que seas un maldito pendón que confraterniza con escorias demoniacas!
-Yo sé solucionar mis problemas sola –le recriminó altivamente-. De habértelo dicho te habrías limitado a matar a Alec, cuando eso no era necesario. Míranos, ahora somos prácticamente amigos. Vale que en aquel momento tenía muchísimas ganas de acertarle cuando le arroje aquella estatuilla, pero todo ha cambiado.
-Pues la verdad es que sí; las cosas tomaron un rumbo bastante extraño para que ahora estemos así. Parece mentira.
-La diferencia es abismal.
Los dos reímos como compinches, dejando desencajados al personal.
-¿Cómo podéis ser amigos con lo que nos estáis contando?
-Ah, pues… no sé. La verdad es que ni nosotros nos lo creemos. Supongo que las circunstancias nos obligaron a tratarnos bien y, ya, a partir de ahí se hizo más fácil.
-Qué tiempos… -la Cucaracha perdió la mirada en el pasado y lo que encontró pareció no agradarla demasiado.
-¿Pero cómo podéis hacer borrón y cuenta nueva? –“os consideraba unos rencorosos”; le faltó añadir a mi padre.
-No lo hacemos. Sencillamente estábamos ocupados con tirar para adelante –contestó la Cucaracha, cruzándose de brazos.
Tomé la única foto en la que era distinguible mi cara. –Y que lo digas… Apenas me acordaba de esto –torcí la boca en una mueca. Era una de esas cosas que sólo volvían a tu memoria si te las mencionaban.
-Yo tampoco, la verdad –la Cucaracha tenía el ceño fruncido. Su aura de repente irradiaba malestar hacia mí, lo que me puso alerta-. Y es curioso, porque me resultó una experiencia horrible; y no fue la única –me espetó de repente-. ¡Creí que moría!
-Oh, pero no lo hiciste –respondí mordazmente.
-¿Porque te pagaban por ello? –murmuró para que sólo lo oyera yo mientras me fulminó con la mirada.
-Pues claro.
Suspiró, intentando calmar su creciente alteración. -Que ya lo supiera no te exime de que fuera algo imperdonable. Ni entonces ni ahora -se inclinó más hacia mí.
Mi cara fue una interrogación. -¿Eh? Creía que ya no te importaban tanto las “cosas que pasaron”.
-Claro que me siguen importando. El problema es que no recordaba cuánto. Esto ha hecho que reviva de golpe lo mal que me hiciste sentir todas esas veces
Ya decía yo que todo iba demasiado bien con ésta...
-¿Te vas a cabrear conmigo, ahora, justo cuando por fin teníamos una relación medio  pacífica? Por mí vale, sin problemas –alcé las manos, completamente conforme. Ni me iba ni me venía mientras no me incordiara demasiado-, pero ya son ganas de echar por tierra nuestros esfuerzos de convivencia.
-Ya empiezas…
-Te recuerdo que de momento sólo puedo decir verdades –me puse quisquilloso sólo para hacerla rabiar-. Es justo de lo que estábamos hablando. Y que yo sepa, yo lo hacía por dinero y tirria, pero tú por odio y cabezonería. ¡Bien que me intentaste atropellar una vez!
-¿¡Cómo!? –exclamó nuestro público, pero nosotros los ignoramos por completo. La discusión era más interesante.
Eso fue como una bofetada, Nicole dio un respingo con expresión sorprendida. -¿Eh? Pe-pero… ¡eso no cuenta, los dos sabíamos que podrías saltar a tiempo a esa escalera de incendios! ¡No llegó a pasarte nada!
-Y a ti tampoco, nunca tuve intención de matarte. ¡Así que claro que cuenta!
-¡Pero yo esa parte no la sabía! ¿¡Tú sabes el susto que me diste!?
-¿Y el susto que me diste tú a mí? Es el mismo, los dos con vehículos motorizados implicados, intento de homicidio y todo.
-Sí, pero bien que me rompiste la luna del coche después de ponerte a salvo.
-Obvio que te la rompí, ¡INTENTASTE ARROLLARME CON EL COCHE!
-¡Era de una amiga!
-Ahí no me metas, la manera en que cuidas las pertenencias prestadas durante tus ataques de nervios no es cosa mía.
-¡Sí lo es, porque tú te vengaste del susto, pero yo no! Y eso no es justo –me atacó con el Dedo Acusador, clavándomelo a cada palabra en el pecho. Los Guardianes y la adivina se habían convertido en muebles a estas alturas, tal era el caso que les prestábamos- Además, que yo sepa tú me has hecho más putadas que yo a ti.
-La vida no es justa, a tu edad ya deberías ir haciéndote a la idea.
-Ah, eso ya sí que no. No voy a dejar que sigas denigrando mis creencias sólo para hacerme sentir estúpida. O que me llames vieja; seré 13 años mayor, pero tu actual esposa te lleva una diferencia de más de 70.
-¿Y de dónde saco baza entonces si no me dejas usar la violencia?... Y no, no me voy a disculpar (eres tan predecible a veces…).
-Merezco una disculpa –hizo el gesto de poner las manos en jarras pero sin llegar a hacerlo debido a las quemaduras en estas, sacando pecho.
-Ni de coña.
-Eso es lo que tú te crees, cretino. Me merezco una compensación por la cantidad de cosas que me has hecho y yo no te devuelvo.
-Que también te he salvado… alguna vez.
-Oh, sí, claro. ¿Cuántas? ¿Una? –esta vez se cruzó de brazos.
Me di golpecitos en la barbilla intentando recordar. –Yo creo que más de una… ¡Ah, sí! ¡Le di una paliza a Kevin de tu parte! Y te ayudé a salir de la prisión de los vampiros.
-¿¡Vampiros, Nicole estuvo en el castillo de los vampiros contigo cuando atacamos!? –ni siquiera escuchamos la réplica del-que-se-hace-el-héroe. Yo le hice un gesto indicando que se largara.
-¡¡Arrojándonos por una ventana!! –siguió acusándome la Cucaracha.
-¡El caso es que te saqué, ¿no?!
-¡Es como cuando casi me lanzaste por una ventana!
-Perdona, pero nunca tuve intención de lanzarte, sólo pretendía asustarte con el vértigo. Y te tenía bien agarrada.
-¡Del cuello!
-El caso es quejarse… es que a veces te lo mereces… Ya no me arrepiento de “aquello”.
-¿El qué?
-Humm –mi voz y mis ojos se hundieron en las sombras-, mejor si no lo supieras.
Eso la hizo ponerse muy seria. -¿Qué fue lo que me hiciste, Alec?
No, por favor, Satanás, más preguntas directas no: -Te cambié las píldoras anticonceptivas por minimentos.
Nicole volvió a ponerse pálida. -¿Cómo que…? ¿¡QUE HICISTE QUÉ!?
-Sólo fue una vez que me cabreé mucho contigo… -le quité importancia a sabiendas de que iba a ser difícil.
Nicole casi empieza a echar espuma por la boca. Por supuesto, me dio un buen puñetazo.
-LAS PÍLDORAS DE UNA MUJER NO SE TOCAN, NI ANTES NI DESPUÉS DE LA MENOPAUSIA –gritó a los cuatro vientos olvidando lo ultra religiosos que eran allí y lo que esa información podría acarrearle. Las vendas sobre sus nudillos empezaron a colorearse de nuevo con sangre-. ¡¡Eso es imperdonable!!
-Ah. Joder, que estoy mal de los reflejos. Yo quería cabrearte entonces; que lo hagas ahora no me sirve para nada. Bueno, sí: para recibir más golpes –me sujeté el ojo dolorido.
-¿¿¡Y si me quedaba embarazada!?? CON LA MATERNIDAD DE UNA MUJER NO SE JUEGA.
El suero volvió a jugar en contra de mi voluntad: -Pues hubieras cortado con Kevin de todas formas y posiblemente habrías acabado siendo una de esas madres solteras con niñera que cuidan más su trabajo de oficina que a sus vástagos –respondí con demasiada sinceridad.
Para cuando quise darme cuenta… Esta vez perdí del todo el equilibrio y me di de bruces con la mesa que tenía al lado. Uno de los nudillos de la Cucaracha crujió estrepitosamente sacándonos una exclamación de dolor a ambos.
La sangre empezó a acumulárseme alrededor del ojo, la carne hinchada y caliente se humedeció de rojo. -¡Joder, en el mismo ojo no! ¡Aaaagh! –Me limpié la ceja partida con las mangas del pijama- ¿¡Tú sabes lo que duele esto!? ¿Ves como la mala leche te pierde? VIOLENTA.
La Cucaracha se sujetó el dedo roto contra el pecho, incapaz de aguantarse el dolor. -¿¡Tú sabes cómo me arruinaste las cosas en las que había sacrificado mi vida!?
-Vale, sí, los dos somos unos insensibles que nos puede el rencor y la mala leche.
-¿Y quién me hace perderme?
-Humm, ¿yo?
-Exacto. Te mereces todos los puñetazos que te dé.
-Posiblemente -Esta vez me aparté a tiempo, agarrándole la muñeca y doblándosela en un ángulo doloroso-. Pero no pienso dejarte que me los des por eso –me carcajeé.
-Te la estás ganando… -me advirtió, con un odio jocoso que entendí perfectamente.
-Es el suero; si por mí fuera, me callaba. De verdad.
-Como que no es lo que piensas.
-Claro que sí, precisamente por eso. De estar normal me lo callaría y no me metería en estos problemas, ya lo sabes.
-Debería haberte atropellado cuando pude.
-Pero no pudiste –me jacté con excesiva alegría. Ganándome otro nuevo golpe de rodilla que también intercepté. Nicole se revolvió y acabamos enzarzados sin que nadie nos pudiera separar por mucho que lo intentaron hasta que por un fallo mío de cálculo acabamos de morros contra el suelo. – ¡Ayyyyy, mierda, olvidé que tengo una pierna de menos! –me froté la espalda dolorida. -¿Haya paz? –pregunté jadeando.
Nicole apretó los puños y refunfuñó, atravesándome con la mirada. Albert había corrido para ponerla en pie ya que no nos había conseguido separar. -Haya paz. 
La miré, a sabiendas de cómo reaccionaría a continuación. Me puse erguido. -¿Mejor?
-Mejor –gruñó y suspiró muy seguido-. Pero ten por seguro que esto no queda aquí.
Reí de aquella manera atragantada y poco atractiva que era mi auténtica sonrisa. –Lo suponía. Mejor si vamos a por algo de hielo, presiento que lo voy a necesitar –cogí las muletas que la adivina me sostenía-. Buen derechazo, por cierto.
-Gracias –dio media vuelta hacia la cocina. Su tono sonó ligeramente más alegre, a pesar del dolor físico que le crispaba la cara-. Llevaba tiempo deseando dártelo.
Cruzamos una mirada. Sonreímos al unísono y empezamos a reír de nuevo. A estas alturas la reputación de Nicole había caído por los suelos definitivamente.
-Si en el fondo me quieres: soy tu deshago –reí mientras nos dirigíamos a las cocinas.
Ella suspiró con una sonrisa. –Entre Flor y tú me estáis volviendo loca, ese es el problema.
-Já, cómo que no te lo pasas mejor desde que me conoces.
-Anda, cállate. Aún no me creo que pueda quererte. Eres horrible. ¡Un dolor de muelas!
-No pongas los ojos en blanco y admítelo, te gusto porque soy tu horrible dolor de muelas. Tú misma lo dijiste.
-Cá-lla-te.
-Cállame tú.
Me echó una mirada de advertencia, haciendo verdaderos esfuerzos por no sonreír. -Capullo…
-Lo estáis deseando… -sonreía perversamente, dándole un pequeño toque con el pie en el trasero.
-¿Volver a pegarte?
-Sabes que te puedo.
Albert y Robert se pusieron en alerta, parecían cabreados. C.Lence, sin embargo, nos seguía a cierta distancia con esa sonrisa dibujada mientras nosotros volvíamos a empezar con las mismas:
-No si tengo a Flor de mi parte –se puso chulita.
La cogí de los hombros y la miré fijamente a los ojos con expresión de cachorrillo. Sentí el gruñido de Rob más que oírlo. –Flor, no ayudarás a esta tipa a pegarme, ¿verdad? (Te recuerdo que puedo rechazarte cuando me visites en sueños) –chantajeé.
-Bueno –interrumpió Albert, como voz del populacho guardianico-, ¿sabéis que esto que nos habéis estado ocultando es una traición?
-Sí, pero no lo hicimos por mala intención –así me gusta, Cucarachita, miente por los dos mientras yo no pueda-. Estamos dispuestos a redimirnos como sea necesario.
-Qué remedio –resoplé.
Albert cerró los ojos, considerándolo. Me miró directamente a mí; aún seguía consternado por nuestra última discusión y eso le hizo ser muy poco imparcial: –Creo que… lo hacíais para bien y tal vez haya sido así mejor. Podríamos pasarlo por alto… por esta vez.
-¿¡Qué!? –chilló el-que-se-hace-el-héroe.
-Si ellos consiguen solucionar sus problemas y que no afecte a las relaciones con la Orden… no tengo pega alguna. Pero aseguraros de arreglarlo, está claro que no podéis dejarlo así.
-¿Eh? Sí, lo haremos.
-No es tan fácil… Cada vez que lo hablamos acabamos peleando de esta manera.
-Eso os lo dejo a vosotros, no me obliguéis a llamar a Gin –dijo Albert a modo de despedida-. Rob, jura por tu alma que no hablaras de este tema con los demás.
-¡Pero…!
-Júralo. Ya les gritaras después, deja que se arreglen y mientras termina tu trabajo, te recuerdo que ya tendrías que estar preparado para una misión.
A regañadientes lo juró (no le quedaba otra, Albert era su jefe). Y, aún quejándose, consiguió que su hijo lo acompañara fuera.
Nicole se despidió de Albert con una mirada evidentemente agradecida por perdonárnoslo y de paso distraer al idiota del-que-se-hace.
C.Lence esperó un poco más para irse. –De nada –casi empezó a balancearse sobre los talones.
-¿Por jodernos vivos?
-Era ahora o dentro de 50 años, cuando el rencor os hubiera consumido, creí que preferiríais esta opción –se hizo la víctima y finalmente nos dejaron a solas.
Al principio nos quedamos en silencio sin mirarnos, un buen rato, pero estábamos acostumbrados y no era incómodo.
-Trae –le ordené para que me tendiera su mano- Por cierto –murmuré mientras recolocaba su dedo roto, con cuidado de no apretar demasiado de su carne quemada.
-¿Sí? ¡Ah!, gracias –la dejó sin aliento.
-Necesitas algún calmante.
-Desde que Flor está transformando mi cuerpo, ya apenas me hacen efecto –no me extrañaba.
-Siento curiosidad: ¿qué clase de putadas dices que tú me has hecho?
-Oh –apartó la cabeza sonrojada-, tonterías de críos: echarte sal en el café desde que estamos aquí por ejemplo.
-¿¡Eh!? Ya decía yo que ese sabor no era normal… Aunque no me importa, de todos modos le echaba kétchup para disimular el sabor…
-¿Le echas kétchup al café?
-Sí –claro, te lo estoy diciendo-, siempre llevo un bote encima (así me quito el problema de la comida con mal sabor).
-Ya me lo creo todo. ¿Y qué hacemos? Ellos tienen razón, aunque nos aguantemos así, se hará peor si no lo tratamos –sacó dos paquetes del congelador, uno para cada uno.
-No sé. Está claro que tú exigirás una manera que sea justa, y así es difícil que yo gane. Y si no gano, denegaré hasta que recules, pero no recularas porque eres una idealista cabezota y así hasta el fin de nuestras vidas.
-Hummm, bonito resumen. –Miramos hacia los fogones solitarios de la cocina un buen rato- Espera –La Cucaracha se levantó de donde estábamos y al cabo de un rato volvió con una libreta, la abrió y me la tendió junto con el botón del boli que también traía. –Escribe por mí; aun no puedo sostener el bolígrafo lo suficiente para escribir. Me quemé las manos por salvar a alguien –añadió mordazmente.
Puse los ojos en blanco pero lo cierto es que me divirtió. Tomé los utensilios y tracé una tabla en la hoja en blanco encabezada con nuestros nombres, tal como me pidió. Alcé una ceja hacia ella.
-Hagamos un ajuste de cuentas.
-¿Ojo por ojo? –Me aparté el paquete de guisantes congelados de la cara- Sí, es el sistema más antiguo del mundo para los negocios, supongo que podría valer. ¿Valdrían otro tipo de compensaciones, es decir, equivalentes, cosas que no sean exactas?
-Sí, así mejor. A Flor también le parece bien.
-¿Y eso te basta?  -mi expresión fue sinceramente sorprendida.
Nicole guardó silencio y finalmente soltó el aire contenido.
-Es lo mejor que tengo…

8 comentarios:

  1. Sin comentarios.
    Lena...siempre te querré, ¿vale? Tú tranquila.

    ResponderEliminar
  2. Parece una discusión de pareja jajajajja .Son tan monos en ese plan....aunque en un momento puede parecer que se enfadan xd
    Pero entre tanto, donde esta lena? escondida en un armario? con tanto follón yo también me habría acercado a mirar jajaj
    Genail, MÁS! (espero a YELL con ansias)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé si un día se estrangulan o se matan de la risa, dan un pelín de miedo.
      xD Qué susto me ha dado tu cambio de nombre, no te he reconocido (Yo: mira, le gusta Yell como a Yary. Incocente de mí...)
      Oye, que los armarios son muy cómodones, yo no descarto nada. Estaría con los cascos puestos.

      Eliminar
  3. ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy
    Dios dios dios !!!1 me encanta !!!!!!!! ay que me encanta, me encanta jajajaaj ¿he dicho que me encanta? la escena de ellos, el beso jajaajaj esq es tan Alec.........pff me derrito.......... y anda que la lista no va a ser larga jajajajajaja se me ha echo cortisimo !! pero me he reido un monton jajajaaj cuando empiezan a pelear y los demas mirando jajaja un puntazo ........... y Nicole nunca me decepciona xD yo tambien le abria pegado el puñetazo....o atropellado con el coxe jajajajajajaja
    soy tu fan ya lo sabes jajajajajjaj
    deseando leer el siguiente !!!!! no tarde sen subir ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja. Hummm, intuio que te ha gustado... La lista será larga, sobretodo por Alexander... (ya en tuenti y en la entrada siguiente).
      Noemi, si lo bueno, breve, ¡dos veces bueno!
      Ya estás en mi lista de fans míos y de Nicky, no lo dudes ^^
      Muy pronto

      Eliminar
  4. XDDD Eres cruel y retorcida, y por desgracia eso hace que los capitulos que tan a bien nos suministras me dejen cada vez sin respiración y al borde del pasmo fanático. Te puedo asegurar que tengo a mi amiga (a la que le estoy hablando de los beneficios de leerte, y a la que debido a los rayos y truenitos de este capi no le hago caso ;---; dios, esto no se lo puede hacer a una gamba con problemas de corazón y fanatismo)
    He comentado en el extra "putadas varias que Alec y Nicole han hecho a us respectivss" Volumen II que se encuentra dentro del almacén "sinnumero de ironías hirientes pronunciadas por Alexander Seamair" e.e XD Mala! Lo peor es que stos capis son los mas adictivos" se que me estoy poniendo repetitiva, pero ellos tienen chispa, supongo que será culpa del odio; me atrevería a decir!
    En fin...
    Tuya en el fanatismo, Gamba-Girl

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes mi permiso para ponerte todo lo repetitiva que desees, te lo has ganado, Y ya de paso me tiempo a regodearme agusto xD
      Pobre amiga... ppero si desea entender tu fanatismo y vengarse de igual forma de ti... TIENE QUE PONERSE A LEER LA HISTORIA CUANTO ANTES!!!! MUAJAJAJAJAJA

      Eliminar