viernes, 7 de septiembre de 2012

<<#5: Aceptar las cosas como vengan>>




Cuando me arrastraron hasta aquella habitación no hubiera podido imaginarme a lo que me enfrentaría: mi juicio. Un juicio a puerta cerrada nada más y nada menos.
La sala era circular y con palcos, como en la que estuve en la antigua base de los Guardianes, pero mucho más pequeña. No necesitaban más espacio; allí sólo estaban las altas esferas de la Orden: unas quince personas que me miraban desde lo alto, yo arrodillado y ellos sentados en sillones de terciopelo, ocultos bajo capas de ricas telas de oro. No podía distinguir sus caras, la luminosidad era demasiado fuerte y me hacía guiñar los ojos. En lugar de optar por la oscuridad para conseguir una escenografía tétrica, habían tenido en cuenta la visión nocturna de los demonios con demasiado acierto. Incluso a través de mis gruesos parpados sentía la intensidad de los focos que me alumbraban.
Me distraía el dolor de mis pupilas reducidas a la inexistencia. Y para colmo de males no había preparado nada que decir, esto era un escenario angustioso y sofocante para mi obsesión por la planificación. El descontrol al que había sido conducida toda mi existencia parecía sacada de una de mis pesadillas.
Pero más que molesto estaba exasperado.
Según me explicaron brevemente, allí me harían unas pocas preguntas y entre aquellas personas decidirían mi futuro. Entonces se oficiaría un segundo juicio en el que el resto de Guardianes podrían asistir, opinar y yo expresar mi defensa; y con esto se haría efectiva la decisión de la primera reunión o no. Pero por supuesto, no marchaba demasiado bien para mi pellejo.
Apenas hablé. La Orden enseguida se puso de acuerdo:
-Debido a los actos cometidos por el acusado, así como su valor y peligrosidad para la Orden, esta santa congregación ha decidido que el acusado podrá optar a la internación en la prisión 39 o su condena a muerte.
No había cabida para mi liberación, era obvio.
Conocía la prisión 39; tras su famoso episodio de locura y destrucción, Yell estuvo interno en una de sus celdas (que él describió como profundas pozas donde no circulaba el aire) por más de medio siglo y me habló de lo que allí solía acontecer. Era el mayor tugurio jamás construido donde mantenían a los prisioneros mágicos durante siglos enteros, apenas dándoles lo necesario para subsistir, y dejando que estos se fueran pudriendo lentamente en su mugre, almacenados como si fueran simple stock, material que utilizar o no. Pero que te sacaran de allí era incluso peor, pues tu suerte estaba clara: te usarían para pelear contra los Guardianes en entrenamientos, como si fueras las bestias de un circo, o te llevarían a los laboratorios de Dande.
No soportaba la idea de mantenerme encarcelado más años o acabar de nuevo bajo los bisturís de Dande (o, mejor dicho, sus alumnos). Era demasiado horrible la simple idea, de modo que lo único que quedaba era…
-¿Cómo sería mi ajusticiamiento?
-Decapitación.
Mi reacción corporal fue automática, escuchar la palabra y tragar saliva. Pero sería una muerte rápida reservada a muy pocos, no podía pedir más; me dije complacientemente.
-La vista con público se realizará el próximo 30 de Octubre –sentenció uno de los Guardianes, golpeando su mesa con el gran mazo.

***

Golpeé con los nudillos para llamar a pesar de que ya había abierto la puerta. Albert estaba sentado frente a su despacho, con la cara entre sus manos. No lloraba, pero me dio la impresión de que no le faltaba demasiado, lo cual lo volvió muy incómodo.
-Me dijeron que viniera a verte –anuncié aún desde fuera.
Albert tardó en responder y, cuando por fin lo hizo, fue ligeramente acelerado, tomando mucho aire de golpe para tener suficiente energía; le costaba mantener la normalidad. –Sí, claro, pasa, siéntate. –Obedecí y me dirigí hacia la silla que me señalaba.
-Me llamas por el juicio –deduje de su mirada esquiva.
-Sí, me lo acaba de contar un amigo –Albert colgó el teléfono que aún llevaba en la mano.
-Creí que estarías, ya que eres un efectivo importante y ese rollo.
-Yo también, pero parece que se aseguraron de no avisarme para que no me presentara… -una vena de rabia se le marcó en el cuello igual que ocurría en su hijo.
- Supongo que están recelosos. Empiezan a sospechar que eres un corrupto, oí cómo el Cardenal Marcus se lo preguntaba a Robert.
-¿El Cardenal Marcus? –dio un respingo inesperado. En el acto su rostro se llenó de sombras-: Mantente alerta y lo más lejos que puedas de él, ese hombre es como Spencer Dande.
-Te doy por seguro que no le tengo ningunas ganas ni esperanzas a hacer picnis en el campo con él.
Albert volvió a quedarse mudo y con la mirada huidiza. Al final me aburrí de aquella espera: -¿No me ofreces una copa de ron? La última vez que quisiste hablar de algo “serio” me diste de beber, y digo yo que me habrás hecho llamar por algo más que advertirme sobre el Cardenal.
-Tienes razón –abrió el cajón de su escritorio y sacó dos copas-. Pero esta ocasión solo tengo Brandy que ofrecerte.
-Puedo conformarme. Bueno, adelante, suelta tu tostón, supongo que el alcohol lo hará más llevadero… -suspiré exageradamente para incordiarlo, pero si lo consiguió, no lo demostró-. Quieres habar sobre el juicio, termina pronto.
-No permitiré que te maten.
Di un trago silencioso, aguantándole la mirada. –Ah.
-¿Tienes... intención de defenderte en tu próximo juicio?
-No, así se hará más rápido. Y me ahorrara trabajo. Saber que moriré lo simplifica todo mucho.
Mi respuesta lo alteró sobremanera, tanto que le costó controlar su voz. -¿Ya has elegido sentencia?
-Muerte; no iré a la cárcel.
-Si al menos elijes la cárcel…
-¿Sobreviviré?
-¡Sí! Podría darnos tiempo a que te saque, diré que te necesito para alguna misión o…
-O puede que acabe de nuevo en los laboratorios de Dande. La cárcel o los laboratorios son dos opciones sobre las que no me harás cambiar de idea; las evitare a toda costa –mi tono fue demasiado duro y directo. Pareció golpearlo en punto blando.
-Creí que una vez aceptaras la medicación, mejorarías y que ya habrías abandonado esas ideas del suicidio. -No había ninguna pregunta directa, de modo que no dije una palabra. La desesperación se dibujó bajo sus ojos en forma de arrugas que no había advertido hasta entonces. -¿No hay nadie que pueda hacerte cambiar de idea? –Me encogí de hombros mirando hacia otro lado-. ¿Si hablara con Lena…?
Rápidamente volví a mirarlo con odio refulgiendo en los ojos. –Deja ese tema tranquilo y sepultado; ya habéis removido bastante.
-¿Por qué, hijo?
-Porque duele –me puse en pie golpeando la mesa con las manos estrepitosamente-. Y no me llames “hijo”. Llegas dieciocho años tarde como para que soporte tales pretensiones por tu parte.
-¡Papa! –el inconfundible gritó lloroso nos saco de nuestra ensoñación. La puerta se abrió de golpe, haciendo que nos girásemos hacia ella con actitud defensiva.
Gigi entró tropezándose con todo (y con todo incluyo el mismísimo aire).
-¡¡Papa!! –volvió a gritar. Cuando lo encontró tras el escritorio, sus ojos se abrieron mucho. Eran como el mercurio líquido, sin apenas pupilas y brillantes, muy brillantes; apenas se veía en ellos rastro de su verdadero color dorado. El chico temblaba con fuerza. Corrió y abrazó a Albert con su pequeño cuerpo convulso-. ¿¡Está bien!? –Albert asintió mientras él no dejaba de preguntar histérico. No me atreví a intervenir; tampoco quería.
Albert lo apartó cogiéndolo por los hombros (es admirable lo fácil que parece cuando lo hace él, ¡si ese canijo es peor que los envases al vacío!).
-Gigian, explícate. ¿Qué ocurre?
Albert siguió exigiendo a su hijo que hablara.
-Lo vi muerto, padre, estaba usted muerto –lloriqueó.
-Ahora estoy bien, Gigi. Mírame, estoy aquí, así que sé un hombre y no llores. ¡Que alguién llame a C.Lence!
-No es necesario, ya estoy aquí –nos giramos en redondo para mirarla, allí parada con su abrigo beige en la puerta. A buenas horas… Se acercó sin prisa alguna y me echó una larga mirada.
Por la puerta llegó corriendo alguien más; ModositoMan y otros Guardianes a los cuales conocía, pero caras olvidé. Los Guardianes cercanos se habían puesto en alerta y venían a cotillear.
-Gigian…
-Ha sufrido una fuerte visión, lo sé –asintió aquella supuesta adivina que siempre se mete de por medio pero cuando la necesitas, ni rastro de ella.
-Tal vez debería alguien avisar a su madre –murmuró alguien. Pero automáticamente fue reprendido por otra voz de la multitud: -La señora Karen Kensington se encuentra en Estados Unidos, aunque la llamáramos…
-Estaba atravesado con la espada de la familia –exclamó entonces el Canijo Llorón-, padre, estaba en tierra santa pero aún así no fue suficiente, empezó a arder y entonces… El Arma de Dios de nuestra familia obedecía a quién lo asesino, padre, eso es que… -los labios le temblaron. Eso quería decir que un Kensigntom mataría a Albert. Las lágrimas sólo lograban que el plateado de sus iris refulgiera con más fuerza. Fue evidente la fuerza de voluntad que tuvo que usar Albert para no expresar asco al mirar directamente a su propio hijo. Era tan obvio que hacía daño; sentí cierta ¿compasión? por Gigi. ¿O era comprensión?
No lo sé, el caso es que me pareció un buen momento para huir de allí. Me hice paso entre los Guardianes que se habían acercado al escuchar el llanto.
No quería ser partícipe de aquel espectáculo.
Por mí genial si Albert moría, ojalá lo hiciera antes que yo para poder presenciarlo.

3 comentarios:

  1. Aleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeec♥
    -Porque duele.
    KYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYAAAAAAAAAAAAA
    Por dios pero que monoso, Lena está tan presente en tu vida, si es que el amor duele u_u Pobrecico mi niño bonito, aww...¡Lena, a por él, ayúdale! *w*

    Aunque...*tiembla* me dio miedico cuando dijo que ojalá Albert muriera antes que él para poder verlo O______________O V-vale que es tarde para llamarlo hijo y eso, pero...¿querer que muera? Albert intenta salvarlo T^T
    Albeeeeeeert♥ Si es que Rob tenía que sacar sus encantos de algún sitio jajajajajaja

    ¡¡Me encanta!! Gigi, líate con el gato YA D:
    Quiero abrazar a Gigi. GIGIIIIIIIIIIIII<3

    ResponderEliminar
  2. jooooooooooo mi Alec, voy a tener que ir yo a verlo para qeu se le quiten esas ideas de suicidio ......... y pobre Gigi.. ver eso tan joven.....y que pasara para que Albert acabe muerto por uno de su familia....estoy intrigada xD.....

    como siempre me encanta el capi aunque es muy cortoooooo !!!!
    sube pronto un beso ;)

    ResponderEliminar
  3. Dioooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooos mio! XD
    Eres una maestra de la tortura, y se que nos das momentos rebonicos de vez en cuando pero nos los cobras caros! mala!! *es es el insulto mas fuerte que te puede decir XD*
    Mi pobre Alec que desde que entro en modo martir kamikaze esta padeciendo mas aún de lo que ya lo ha hecho ;----; mi amado (L)
    Tuya en el fanatismo, Gamba- Girl

    ResponderEliminar