domingo, 1 de enero de 2012

Encantamiento 56; 1ª parte: “Fuck, estás para comerte”.

Me desperté con un sabor a vómito en la boca. Y al intentar ponerme erguido me di de bruces con la tapa de madera.
-Me cago en… igh – ¡Genial, aumentando la incipiente jaqueca! La levanté de una patada. Le había repetido miles de veces a Amy que no cerrara el ataúd cuando yo estuviera, pero ni caso. Me froté la frente, menudo daño me había hecho.
Un escalofrío me recorrió al recordar el primer sueño; lo cierto es que no podía despegarme de la piel el miedo que se sentía en esa camilla. Ni siquiera sabía de la existencia de ese recuerdo (¡si yo estaba inconsciente!). Y luego la visita de Flor… Agh, ¿por qué vienen a cargarme de problemas como si no tuviera ya bastante? (Vamos, que salgan ellas solitas o se quedaran allí hasta los restos).
Desde luego, había sido un descanso más movidito que otra cosa.
La fina sábana de seda se deslizó al ponerme erguido, haciéndome cosquillas en la piel desnuda del torso. Recordé vagamente que no llevaba ropa, así que la busqué por mí alrededor. La habitación estaba completamente a oscuras y sin ventanas, pero eso no era ningún impedimento para mis ojos demoniacos. Después de un  buen rato, solo encontré las botas junto al ataúd. No sería raro que la muy *** (este es un insulto demasiado fuerte, incluso más que los que suelo utilizar; si algún menor de edad lo leyera podrían quitarme el blog. Hablo en serio) hubiera quemado las pendras con la excusa de que “con ella no las necesitaba”, así que, con todo mi talante, desistí y me dirigí al baño (no se va a salir con la suya, ni de coña, la muy… la mataré, descuartizaré y tostaré al sol hasta estar en su punto y tirarla a la piscina de los caimanes; pero no conseguirá alterarme. ¡La vida es bella...! JAJA).
El agua caliente siempre me reconfortaba. Me quedé allí, bajo el chorro de agua caliente hasta que todos los músculos del cuerpo se me destensaron por completo. Adoraba el olor a humedad en el aire y el tacto del agua corriendo sobre mi piel. No hubiera tenido inconveniente para quedarme allí durante horas.
Un ligero tufo a algodón de azúcar se coló en el baño: olor a muerte. Alguien del mundo real acababa de recordarme que mi paraíso no existía.
Gruñí al tiempo que cerré los grifos. Con una toalla alrededor de las caderas y otra para restregarme el pelo salí de la ducha sin ni siquiera dedicarle una mirada al vampiro, vestido de pies a la cabeza con un uniforme tipo SWAT, que me esperaba sentado en el lavamanos.
Sin mediar palabra se abalanzó sobre mí e intentó rodearme el cuello. Lo fulminé con la mirada enganchándole con excesiva fuerza una muñeca.
-No tengo ganas de jueguecitos –le advertí, soltándole la mano de malos modos. El vampiro se quitó el casco de motorista y sacudió sus cabellos antes de hacer un mohín muy poco serio; llevaba estos cortados sobre los hombros, con flequillo recto y teñidos como un arcoíris, multicolor. Fruncí el ceño; hacía dos horas y pico que la había visto y entonces su pelo le llegaba hasta la cintura.
-¿Mi nuevo look es de tu agrado, perrillo? –se atusó el pelo al ver que lo miraba y guiñándome al mismo tiempo uno de sus rojos ojos cargados de maquillaje oscuro.
-Pch –daba igual lo que yo le dijera, solo iba a oír lo que quisiera escuchar. Me dirigí de vuelta a la habitación.
-¡Pardiez, en tus venas hielo debe de haber! –se quejó de mi falta de entusiasmo.
-Al menos tengo algo a parte de aire.
Amy me empujó de espaldas sobre el sarcófago y se sentó a horcajadas.
Resoplé; ya le había dicho que no tenía ganas de sus jueguecillos. Ronroneó mirándome de arriba abajo. Sus colmillos se fueron alargando por la excitación y el hambre (agh, que tirria le había cogido a esos colmillos).
-¿Seguro que no es menester de cataros...?
-Si quieres quemarte los colmillos y que no te vuelvan a crecer… -la Luz aun corría, aunque ya en menor medida, por mis venas. Seguía doliendo, ardiente como si me agujerearan desde dentro con un hierro candente… Pero el whisky y la morfina ayudaban a mitigar los sentidos; ni siquiera el excesivo contacto con la mortecina piel de Amy me molestaba ya. Aunque, bien mirado, una Amy sin colmillos… Mejor no intentarlo, no sería adecuado cuando estaba allí como invitado.
La tomé por la cintura para quitármela de encima y desplazarla a un lado. Aparentaba casi treinta años, aunque sabía perfectamente que aquella londinense de pura cepa superaba el siglo de antigüedad (no digo la cantidad exacta o me cruje vivo). La vampira era obviamente una Convertida como evidenciaban sus orejas de tamaño humano y las cicatrices de la mordida que la transformó en su cuello, de mediana estatura y, aunque le sobraban un par de kilos, estos estaban estratégicamente distribuidos creándole un voluptuoso cuerpo lleno de curvas. Si quitabas las capas de maquillaje, resultaba bastante anodina; pero su atrevimiento solía hacerla parecer mucho más atractiva de lo que realmente era.
-Toma -sacó algo cuadrado y tirando a pequeño de uno de sus bolsillos y me lo tendió: mi móvil.
-Gracias... -lo acepté. No tenía batería, pero externamente parecía no haber sufrido daños.
-Mi segundo lo halló cerca de los depósitos, de ya sabes, ... difuntos -sí, de zombies-. ¿Me tienes guardada como "Vampira Ninfomana?
-¿Has cotilleado?
-Es parte de mi oficio -Pasó sus dedos enguantados por los diversos cortes en mi espalda. -¿Puedo preguntar a que se debe tu an mala condición?
-No –me levanté de nuevo para tomar la toalla de donde había caído y seguir secándome la cabeza
Bufó: -Tendrás el cuerpo de un Hot, pero sigues siendo igual de frío –saltó de su urna y enroscó sus brazos a mi alrededor-. Mas a eso se debe precisamente que a mis ojos luzcas tan… sexy. Humm, ahora eres altísimo –volvió a abrazarme, balanceándoseAis, tienes los hombros tan anchos – dijo arrastrando sus uñas por mi espalda. Apreté los dientes.
-¡No arañes! –me la aparté con un empujón.
Me golpeó en las suturas del estómago.
-¡OK! Me iré a buscar un acompañante más dispuesto pues. Aún dispongo de un tiempo propio antes de que el oficio me reclame -Alzó las cejas juguetonamente. Normalmente en los vampiros Convertidos la sed de sangre anulaba el apetito sexual, pero Amy era la excepción a esa regla. Tal vez por eso una vez consiguió despertar tanto mi interés como para dejar que se me acercara, pero con eso solo conseguí convertirme en su capricho y que ella se autoasignara el título de “mi primera novia” (a efectos prácticos ella realmente fue mi primera novia, como igualmente fue “mi primera…” muchas otras cosas… Ejem, mejor sigamos). Parecía mentira que con esa ninfomanía suya la hubieran aceptado en el nuevo ejército vampírico de Laraiss y más si teníamos en cuenta que estaba ascendiendo en el poder; ya era general, toda una hazaña para tratarse de una simple mujer Convertida, algo nada valorado en su entorno. Mientras yo pensaba pensando en mis cosas ella había continuado con su monologo: –Me han surgido inconvenientes con una zorra rubia completamente bipolar que lanza rayos. -¿Rubia, rallos, BIPOLAR?
-Cucaracha… -murmuré muy bajo-. A ver si adivino… como es más guapa que tú, te sientes amenazada –le lancé una pulla.
-Ja, anda ya. Mi ego no me lo quitaras fácilmente –cierto… No hay manera de que lo que digan de ella pudiera afectarla; algo que me parecía admirable según qué momentos-. Es una famosilla en la televisión neoyorquina…
Oh, oh, NewYork, la cosa se confirma. -¿Una famosa? Tal vez la conozca…
Frunció sus delgadas cejas depiladas. – Pardiez. ¿Y ese interés?
-Este sitio es aburrido –me dejé caer sobre la cama de nuevo.
Suspiró y se quitó el mono, dejando a la vista un corsé de terciopelo lila y negro y unas ligas y medias de rejilla; una trasformación de soldado a putón bastante impresionante.
Subió a la cama y me besó la cicatriz de la mejilla.
-Yo también extraño el buscar divertimiento. ¿Pero recuerdas lo bien que nos lo pasábamos juntos?
Se inclinó sobre mí y yo cerré los ojos cuando ella deslizó su lengua en mi boca.
Otra de las escasas virtudes de Amy es que podías encontrar diversión sin sentimientos ni complicaciones, con ella todo quedaba en el plano físico. No importa si es algo vacío.



2 comentarios:

  1. *Conteniendo mi indignación a duras penas*

    Sin comentarios.

    Lena, tú sí que vales.

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  2. e////e el momento ducha me ha dejado en un suspiro ese Alec...le haría un equipo de futbol XDD
    Y la chica tiene el punto macarrilla borde graciosillo que mola, pero como vuelva a tocar a MI hombre van a haber más que palabras.
    y además coincido con Gaby, y Lena que?? eh?? y Campbell?? jolines!!
    Por lo demás, un capítulo morbosillo y sexy de la primera a la última coma.
    Tuya en el fanatismo, la chica gamba <33

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