lunes, 10 de octubre de 2011

Encantamiento 46: Entretenimientos para sobrevivir al aburrimiento.


Nicole no volvió a hablarme, lo que supuso un alivio aunque cualquier otro lo hubiera considerado incómodo. Estaba bastante satisfecho para qué mentir. Aunque lo que hizo Nicole al enfrentarse a Robert fue alucinante no llegué a decírselo. Tal vez debiera, pero no quería que dejara de ignorarme (tanta paz y tranquilidad… ah, es maravilloso, pero ¡sin duda me ha costado lo mío!).
Llegamos antes que “el héroe”; seguramente éste se habría puesto a dar vueltas en busca de riña hasta que lograra calmarse/desahogarse (si es que puedo imaginármelo como si lo viera).
El espíritu que habitaba la casa nos abrió la puerta sin necesidad de tener que avisar ni nada (tiene su practicidad la cosa)


-¿Alec? –preguntó alguien acercándose a la entrada- ¡Nii-chan! –Campbell llegó corriendo a nuestra altura, feliz como ella sola. Fruncí el ceño al ver cómo una permanente votaba sobre su cabecita verdosa. El estilismo de hoy no era el habitual. Demasiado sencillo para ser ella, se limitaba a una camisa blanca de hombre a modo de vestido anudado con una cuerda alrededor de su cinturilla, unos taconazos de unos siete centímetros y un montón de maquillaje supuestamente sofisticado en la cara. Ni minifaldas, ni ligas, ni accesorios…
La fulminé con la mirada. La atmosfera bajó un par de grados dentro de la casa a pesar de la calefacción. -Llevas. Mi. Camisa.
Campbell paró en seco a poco más de un metro al darse cuenta del repentino peligro.
-Ah, yo… -dio un paso hacia atrás. Nicole nos miró sin entender. Entonces, sin previo aviso, me abalancé contra el Renacuajo. Ella chilló e intentó escapar, pero yo ya la tenía asida. Quiso retorcerse, pero ni eso le concedí.
-¡¡Lo sientoooo!! –lloriqueó como una cría pequeña.
Le quité la camisa sin demasiado esfuerzo, puesto que era una enclenque.
-¿Qué? ¡Ay, nooo, que vergüenza, no, Alec, devuélvemela! –la piel de la cara y el cuello se le puso azul palo e hizo un vago intento de taparse la ropa interior con los brazos. Sabía perfectamente que, siendo una lencería de seda con encaje tan cara, casi que estaría encantada de poder presumir de ella por mucho bochorno que le diera (es la razón por la que usa faldas-cinturón y escotes hasta el ombligo incluso aunque esté plana…).
Elevé la prenda sobre mi cabeza, completamente fuera de su alcance mientras la tuviera agarrada y alcé una ceja sarcástica provocando que hinchara las mejillas como un pez globo.
-¡Malvado!
-Te advertí que no volvieras a cogerme camisas sin permiso –encima que tengo pocas.
-Iba a pedírtelo… cuando volvieras.
-Pues muy tarde –le mordí el cuello.
Campbell volvió a gritar y encogió sus pequeños hombros. Volví a presionar mis colmillos contra las sus branquias. Campbell se contorsiono y un fuerte ataqué de risa la hizo estallar.
-¡No! ¡¡Cosquillas no, por favor!! JAJAJAJAJAJAJA. ¡Maldito, para, PUAJAJAJA! –seguí mordisqueando sus clavículas y en el estomago y los costados.  Las lágrimas empezaron a saltársele, quiso empujarme pero la risa le robaba sus ya de por si escasas fuerzas. Dio patadas al aire. -¡Ay, ah, no puedo, jaja, respirar…! ¡Te vas a… enterar!
Llevó sus manos a la parte posterior de mi cabeza y con los dedos me rozó la nuca. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, las manos se me crisparon. Automáticamente me mordí el labio para que ningún sonido se escapara de mi boca. La única parte mi cuerpo que tenía sensible, maldita fuese, ella la conocía.
-Jojojo –disfrutó con mi reacción-, ¡y ahora a morder esas orejitas puntiagudas!
-¡No! –por primera vez consiguió hacerme retroceder al abalanzarse sobre mí. La aparté de mi trayectoria pero me di un espaldazo contra el suelo (ay, mi costilla rota). Campbell intentó echárseme encima de nuevo, pero empezamos a rodar por todo el recibidor.
Campbell se reía a carcajadas y una sonrisa perversa se instaló sola en mi cara. De una forma extraña y bastante egoísta (barra inadecuada) me agradaba tener a la Renacuajo cerca (de vez en cuando, otras quiero mandarla bien lejos, a la mierda por ejemplo). Era la única con la que podía tener una conversación decente que no tuviera que ver con lo mierdero e impuro que yo era o de que tendría que irme de aquella casa, etc., etc. cuando el aburrimiento me superaba y nos habíamos inventado un montón de juegos con los que reírnos de los Guardianes; como plantarnos delante de uno y empezar a hablarnos en demoniaco (no lo soportan, una vez el-que-se-hace-el-héroe casi me amputa la mano de un mandoble de espada porque detesta el acento que se nos pone) para reírnos de su cara al no entendernos. Y mil y una estupideces similares; por aquí ella ha resultado ser la única medicina contra el aburrimiento extremo.
Alguien carraspeó. Dejamos de rodar y alzamos la vista como si volviéramos de golpe a la realidad. C.Lence nos miraba desde la escalera con Albert a su lado.
-Oímos gritos histéricos –Albert alzó las cejas y nos miró de arriba a bajo con aire despectivo (creo que era despectivo, era difícil interpretar sus facciones). Campbell había quedado debajo de mí, con una pierna sobre mi hombro y la otra más o menos a la altura de mi cintura. Yo le sujetaba las muñecas sobre la cabeza y la ropa se me había revuelto y ahora llevaba el jersey subido hasta las axilas (presumiendo de abdominales y moratonesCampbell le faltaba el aire, jadeaba e iba en ropa interior, esto parecía otra cosa y en mitad del recibidor nada menos...
El azul le subió aún más, lo que en su caso sería estar roja como un tomate. Me empujó y esta vez sí que me aparté. Se puso a gran velocidad en pie, tambaleándose al marearse.
-¡¡No-no hacemos nada!! ¡Yo, ayyyyyyyyyyyyy, no es eso!
C.Lence sonrió con esos labios apretados que expresaban de todo menos simpatía-:
-Jaja –intentó hacer como que reía, un sonido sin gracia. Ignoró lo que el Renacuajo le había dicho-, vaya, vaya, creo que es la primera vez que oigo reír a alguien en esta casa.
-Eso quiere decir que la señora Kensington no está en ella –apostilló Nicole cruzándose de brazos. Nuestro arranque de mordiscos había pillado de improvisto a todos y Nicole solo había sabido quedarse de piedra parpadeando en la entrada hasta ese momento. La miré de soslayo; no parecía enfadada, aunque era imposible que ya se le hubiera pasado el rencor; solo estaba poniendo cara de telediario.
-El amor de las parejas jóvenes es muy bonito, ¿no cree, señorita Golds? –preguntó C.Lence a Nicole. La pregunta se sintió como un latigazo en el aire. Nicole se giró con los ojos desorbitados. Yo mejor que nadie me di cuenta de que esa pregunta había ido a hacer daño, pero el porqué y con qué fines no los entendía. Las miré, eso había sido demasiado raro, ¿por qué iba la adivina a hacer algo semejante? Ella siempre iba a su bola, en su profesión no le interesaba enredarse con otros y lo llevaba a raja tabla (debe favorecer a lo que por así decirlo el Destino quiere que suceda, no a las amistades).
Albert se me había quedado mirando fijamente; la primera vez que hablamos a solas, después de nuestro reencuentro, me había preguntado si salía con alguien y yo le había dado una negativa. Puf, ya ves tú lo que me importaba a mí que pensaran a ese respecto. Ese tipo de cosas como quién sale con quién o si le intereso a alguien no me interesaban, acostumbraba a dejarme arrastrar mientras no fuera un latazo estar con la otra persona.
-¿¿QUÉ?? ¡Te equivocas! –Campbell reaccionó y movió los brazos como si aleteara (¿veis? Ya se le ha olvidado que le da vergüenza ir en paños menores)-. ¡Alec y yo NOOOO SOMOS NOVIOOS! ¡No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no! ¡No! No… Ni jamás de los jamases. Por el rey Belcebú, no es cierto. NO. Puede que cuando nos conocimos tuviera un poco de interés por él en esas cosas, pero en aquella época Alec no tenía encanto físico y, la verdad, eso de ser amable nunca ha ido con él… ¡y, bueno, que para cuando era guapo yo ya no podía verlo así, ¿sabéis?! Y eso que nos hemos bañado juntos alguna vez y lo he visto desnudo… ¡pues nada! Ahora es más tipo… hermano mayor cabrón, jajaja, ¡mi BFF! ¿Sí? –jadeó para tomar aire, ya no podía ponerse más azul de lo que estaba. Apenas se la entendía cuando intentaba hablar en un idioma que no dominaba del todo y a tal velocidad, pero se había podido distinguir ciertas confesiones finales que seguramente la avergonzarían (pienso torturarla recordándole que las ha dicho todo lo posible).
Miré a los espectadores. Gin, el médico, y Lena, cargada con su arco, debían haber venido al escuchar los gritos. Entonces entendí la tonta y exagerada reacción de Campbell: empezaba a gustarle el médico… Respiré con fuerza. MIERDA. Me había dado cuenta de que, desde que la “medio rescató” cuando ocurrió el ataqué del dragón, ella sonreía aun más idiota cada vez que este le hablaba y se ponía azulada (“Fue una suerte que ese médico viniera a ayudarnos cuando lo del dragón; me asusté bastante. Pero Él resultó muy amable. Y si te fijas, es bastante fuerte… y listo…”; me había repetido de tanto en cuanto mientras yo la ignoraba). En los últimos días incluso la había observado seguirle con los ojos, pero no le había dado mucha más importancia.
Por el rey Satanás… Esto era malo por mucho que ella pareciera feliz. Estuve tentado de ponerme a gritarle y estamparle la cabeza contra el pasamanos al tiempo. Sabía que aquello no acabaría bien, ¡si es que se veía de lejos! Gin era un Guardián y odiaba las especies mágicas como ella; lo habían educado desde el principio con ese fin. Pero que muy mal… Reprimí un resoplido. Encima se llevaban la tira de años (Gin tendría por los treinta y pico y Campbell solo dieciséis y parece mucho menor) y, aunque conforme se crece la diferencia de edad deja de tener tanta importancia (sobre todo en mi mundo, donde no es raro cumplir más de un siglo), estaba a años luz de su alcance. Campbell acabaría destrozada y berreando por las esquinas como un alma en pena, como siempre que se enamoraba de imposible; como todas las veces anteriores. Y me tocaría aguantar a mí a la Campbell llorica-histérica… eso también es que se ve venir. Aunque por el momento parecía que ni siquiera el Renacuajo se había percatado de lo que significaban sus sentimientos (por desgracia, en estas cosas no es raro que uno sea el último en enterarse).
Mejor no dar pie a que otros se dieran cuenta o se pondría incluso peor. Puede que aun estuviera a tiempo de manipularla para que no llegara a más.
La miré con los parpados caídos. -Ya sé que no lo somos, Renacuajo, pero no hace falta que enfatices tanto; con los cinco primeros “no” quedaba bastante claro –me puse en pie, aunque con el cansancio que llevaba encima hasta el parquet me parecía confortable.
-Oh –fue toda la contestación de la adivina-. Es una suerte para estas féminas, ¿no? –otra frase que no sé por qué suelta.
Nicole se escabulló de la habitación con aire malhumorado. En serio, ¿qué busca la desteñida con unos comentarios tan a mala leche?
Lena me estaba mirando fijamente. Al contrario que con Gin, que solía pasarse por aquí para hablar con Albert, no la había visto desde el día en que Nicole me beso, así que me sorprendió un poco que volviera a estar en la casa. Seguramente, hasta esta gran negación del Renacuajo, debíamos de haber estado dando la impresión de pareja (la verdad es que me había importado tan poco lo que pensaran sobre eso que ni me planteé lo que debíamos parecer). ¿Cómo si no explicar que ella se hubiera arriesgado de esa manera a venir tras de mí hasta la guarida de los Guardianes traicionando a su vez y voluntariamente a los demonios (en realidad está aquí con el consentimiento de Cristofino, pero nadie más lo sabe)? También era cierto que solo a Campbell permitía muestras de cariño como abrazos o que jugara con mi pelo y se sentara en mi regazo o se echara sobre mi espalda y yo no le respondiera con patadas (no todas las veces).
¿La arquera estaría aliviada al escuchar semejante negación? A lo mejor le daba igual. Después de cómo me comporté la última vez que la vi, no debía de haberle dado muchos motivos para querer estar conmigo (que ella tampoco me los dio a mí, joder, tanto bufarme, esquivarme y llamarme “esto”). Bueno, sabía que las cosas no iban a mejorar mucho, así que no me molestaba en crearme esperanzas de ningún tipo.
Levantó la mirada y se cruzó con la mía. Antes de apartarla rápidamente, como siempre hacía, se le sonrojaron las mejillas. Se sonrojo… (¡Éso después de cruzar una mirada en los libros solo puede significar una cosa! Estúpida vida real, por una vez…). El pecho se me llenó de aire y casi me pongo a dar brincos como bien hubiera hecho el Renacuajo en mi lugar. Tal vez las esperanzas no fueran tan infundadas.
-Alexander, ve con Gin para curarte –Albert descendió los últimos peldaños-. Ya sabemos que los compañeros con los que saliste están muertos debido a unos vampiros, C.Lence nos lo contó. Tienes que contar todo lo que pasó en la misión –me exigió Albert y la adivina volvió a reír con ese amago de risa que daba grima.
Obviamente, iba a omitir muchísimos datos. Todo lo que estuviera relacionado con la prueba a la que me sometía Cristofino, por ejemplo. O que estaban usando a los vampiros para recolectar almas, produciendo una ingente e ilegal cantidad de zombis devoradores de carne en consecuencia.





8 comentarios:

  1. Campbell es tan...ella *-* La amo.
    Le he cogido cierta manía a Nicole¬¬...y también adoro a Lena <3

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  2. "Yo le sujetaba las muñecas sobre la cabeza y la ropa se me había revuelto y ahora llevaba el jersey subido hasta las axilas (presumiendo de abdominales y moratonesCampbell le faltaba el aire, jadeaba e iba en ropa interior, esto parecía otra cosa y en mitad del recibidor nada menos..."
    MON AMOURE!!! Oh dios, ¡porno en el salón de la casa! xD

    Me ha encantado ese momentazo ALEC-CAMPBELLL, *O* Ahora adoro mucho más a Alec porque ha dejado ver esa venita divertida y de niño que... (L) Me enamora.!!
    Además esa "Explicación" de Campbell de porqué no están saliendo me ha matado xD

    Y siguiendo el primer comentario de Gaby; Adoro a Campbell y a Nicole, pero no a Lena. xD!

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  3. ME encanta Alec y la ternura que tiene hacia Campbell, es muy pero que muy tierno.
    ¿Y LEna?... mmm.... tal vez se fore un "tirángulo" amoroso.. =P

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  4. Yo opto por el triangulo Campbell, Alec y Nicole (aunque esta última no sea santo de mi devoción)Pero no me gustaría que la pobre campbell que es todo amor lo pasara´mal!ánimo campbell! acabe como acabe te queremos!

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  5. hmmmmm, interesante encantamiento, ma molao el momento alec y campbell. A diferencia del resto, me cae bn nicole, y lena..QUE MONA ELLA xd

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  6. Eh eh eh eh eeeeeeeeeh, un respeto con Lena! XD

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  7. Vale, también me cae bien Nicole (mentí u-u)
    pero es que a todos les encanta tanto y todos odian tanto a Lena que me da pena, coñe!
    A parte de que el carácter de Lena me gusta y que no es perfecta (ni siquiera es mona, según Alec) lo que corrobora que el físico no es lo importante!
    Kawai!
    Campbell es una diosa, obviamente.
    Pues a mí la escena sexy de Campbell y Alec me recordó al incesto .-. JAJAJAJJAJAA

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  8. ¡QUIERO A CAMPBELL CON ALEC SI O SI!
    PD: Lena... Nicole ¬¬ Guarras! (con eso queda claro. xD)

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