sábado, 29 de octubre de 2011

Encantamiento 47, 2ª parte: Que no todo son golpes y escenas de acción.


Era obvio que el Canijo sentía una tremenda curiosidad hacia mi persona. Él nunca antes había visto un demonio tan de cerca (aunque yo solo soy medio, y la Rana… da risa o pena según lo mires)  y parecía que no se le pasaba la sorpresa de ver que yo no echara humo, ni tuviera garras o comiera carne cruda como un poseso y eso tipo de cosas de las historias que le habían contado desde pequeño para ir poniéndolo en contra de lo mágico. Por no hablar de que yo le había salvado la vida en una ocasión (y en consecuencia yo me había quemado los brazos con Luz. Conclusión: no pienso volver a repetirlo si no me pagan un millón de dólares o más).
El adivino tampoco me caía demasiado bien; los críos tienden en su mayoría a ser unos cansinos caprichosos y él lo cumplía en el sentido de mirarme todo el tiempo y seguirme aunque no se me acercaba (es bastante incómodo si no estás ya acostumbrado). No era muy guapo, al contrario que su padre y su hermano mayor, pero aún así tenía un gran parecido con el-que-se-hace-el-héroe y casi todos los rasgos afilados y huesudos de su madre. Tampoco se parecía a mí, excepto en el pelo.
-Ah, vale –no me puede importar menos. Me crucé de brazos, mi tono de voz demasiado despectivo pareció incomodar al Canijo.
Colyn se dio cuenta de ello, de modo que intentó volver a reírse de la situación. Tenía ese vicio; seguramente porque su mejor amigo, el-que-se-hace-el-héroe, tenía un pronto muy agresivo y eso había provocado que Colyn desarrollara una necesidad de relajar el ambiente a la mínima que se ponía tensa, temiendo que acabara en pelea (aunque eso solo pasa con “el héroe”; ya ves tú, yo personalmente no tengo ningún interés en abalanzarse sobre ese crío y su bomba de relojería con pelo).
-No hagas mucho caso al viejo brujo, es así de arisco la mitad del tiempo. Já… Y la otra mitad nos ignora a todos…
Alcé una ceja. ¿Viejo? Si hasta Colyn era tres años mayor que yo.
-¿Cuántos años te crees que tengo?
-¿Eh? –desvió la atención del Canijo.
Bufé. Estúpidos. Como los demonios teníamos tendencia a ir envejeciendo cada vez más lento conforme sumábamos años y eso daba la impresión de que la mayoría eran todavía bastante jóvenes, aparte de que de forma natural podían vivir miles de años, parecían tener asumido que no había niños pequeños ni adolescentes, como si nada más nacer pasaras a cumplir quinientos años. Pero tampoco puedo esperar mucho de estos ignorantes.
Me giré y me fui de allí con paso firme. No me iba a quedar si eso solo servía para perder el tiempo (Colyn no me hace ni puto caso, pues peor para él, lo mismo tenemos suerte y al transformarse le deforma un poquillo la cara al-que-se-hace-el-héroe (eso seguro que le bajaría los humos, no hay mal que por bien no venga)).
-¿Le caigo mal? –oí que le preguntaba en voz baja al pelirrojo.
-Ah, pues… No creo –pero no lo decía muy convencido.
-Yo, esto -dudo como si se avergonzara de lo que iba a decir-, le he visto jugando conmigo y hablando “de mujeres”… -¿había tenido visiones conmigo? Seguí caminando hacia la puerta.
-… Pues no sé qué me inquieta más… -yo tampoco, ¿para qué iba yo a querer hacer cualquiera de las dos cosas?
En aquella casa se comportaban como si el Canijo Llorón no se fuera a convertir en adivino. Tanto odiaban la idea de perder a alguien de su sangre, a un futuro Guardián; alguien “puro” iba a mancillar su estirpe al convertirse en un simple “humano con poderes”. Era un tema completamente tabú. Y mucho más si la señora Karen Kensington, la esposa de Albert y madre de mis cuatro medio hermanos (uno la palmo y al otro aun no lo conozco, pero yo los sigo contando junto con Rob y Gigi) andaba cerca. Por suerte, yo solo me la había cruzado una o dos veces (yo me paso la vida fuera, de misión en misión), pero Campbell (que no puede salir de la casa) me había contado que ésta le había prohibido entrar en más de la mitad de las habitaciones y que no podía estar presente si ella también lo estaba. La esposa de Albert era profesora de conducta, enseñaba a las jóvenes chicas Guardianas a comportarse como princesitas y a ser buenas amas de casa. Otra cosa que me había dado cuenta (yo voy enlazando temas y yéndome por las ramas cada vez más; es el efecto de la morfina que acaban de darme y de una posible conmoción cerebral): solo había visto tres mujeres soldado. Al parecer, la moral cristiana católica se llevaba al pie de la letra y estaba muy mal visto eso de que las mujeres dejaran el hogar para coger las armas. A mí se me hacía muy raro, estaba acostumbrado a pegarme de ostias con ambos géneros (sirenas, súcubos, valquirias, furias, arpías, Kaila… atrévete a subestimarlas y te habrán castrado antes de que te des cuenta). Y eso me llevaba a preguntarme por qué Lena, alguien que parecía ansiar tanto formar parte de aquel mundillo y desesperada por encajar, luchaba. Entre aquellos armarios empotrados desencajaba demasiado con su metro sesenta y escasos cincuenta kilos… Ahora era una desconocida para mí, no sabía cómo era su manera de pensar ni qué cosas la habían llegado hasta aquí; tenía que aceptar de una vez que aquella no era mi Lena; lo sabía.
-¡Colyn, A-alec! –vino Lena corriendo por el pasillo. Hablando de la reina de Roma… Su cara tenía una cierta alegría inusual que desapareció nada más verme. Frenó, su sonrisa se convirtió en una mueca cuando nuestras miradas se cruzaron y en el acto apartó el ojo a cualquier otro sitio-. Nos tenemos… que ir a una misión, a reponer el suministro de armas… -la voz le salió trémula. Tragó saliva-. Los tres juntos.

3 comentarios:

  1. O.O Eso tiene taaaan buena pinta! mi sexto sentido me dice que empieza al marcha!! ay mi alec <33

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  2. SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
    JAJAJAJAJAJAJAJA Qué felicidad por Satanás xD
    Lena y Alec en una misión juntos...(ignorando sutilmente el desagradecido lobuno) <33
    QUÉ GANAS.
    ME ENCANTA Y QUIERO MÁS!

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  3. Hazme el favor de publicar ya, quieres? ¬¬
    Me estoy muriendo de la iintriga!

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