sábado, 11 de junio de 2011

Encantamiento 34, 1º parte: Cómo acabar con un dragón sin perecer en el intento.


-Casi… casi me mata –Nicole comentó saliendo del shock (Oh, ¿en serio?, estás hecha una gran Sherlock). Las paredes volvieron a temblar peligrando con seguir cayéndose-. ¡A…Alec, me estás aplastando! –me echó su aliento sobre el cuello.
Me di cuenta entonces de que era verdad y me levanté. Uy, con lo poco que me gusta la invasión del espacio vital tan por las buenas, qué mal ejemplo doy.
Una zarpa del dragón se apoyó en el balcón del invernadero, arrojándolo al vació (al que le pille debajo…). El suelo empezó a inclinarse hacia un lado. ¡Oh, oh!
Agarré con fuerza a Nicole y salí corriendo de allí sin parame a pensar (¡cómo para pensar está la cosa! (Dios, yo acabo de decir eso; YO)). Los escombros cayeron sobre todo el centro de la sala. Salté dentro del pasillo casi teniendo que derrapar para no estamparme contra la pared (casi porque fue inútil y me la acabé comiendo) y arrastré a Nicole detrás. Polvo y pequeñas piedrecitas salieron disparadas desde la puerta.
Seguí corriendo con Nicole enganchada a mi mano. Las paredes no dejaban de estremecerse y morir aplastado no es que fuera precisamente mi sueño hecho realidad. Nicole trastabillaba y no respondía a los tirones que le propinaba. Me estaba retrasando.
Un nuevo temblor especialmente fuerte logró que mis pies resbalaran por la escalera y ella cayera sobre mí.
¡Joder, ¿es que solo puedo meterme en problemas?!
Nicole empezó a toser y jadear todo junto. Yo es que sencillamente había dejado de respirar.
Un momento, ya no tiembla nada. Nos quedamos en silencio, como esperando que aquello se pusiera en marcha de nuevo de un momento a otro.
-A---ay.
-Nicole, ¿qué te ocurre? ¿Quieres que nos matemos? –en momentos de riesgo no estoy para bromas, te lo advierto (LA MATO, LA MATO Y DIGO QUE FUE UN ACCIDENTE; NO RESULTARÁ DIFÍCIL QUE LO PAREZCA).
-No, no es eso. Es que no puedo mover las piernas, me pesan mucho –le puse mala cara-. ¡Es por culpa de la maldita Flor! –se revolvió y quitó las vendas que le recubrían las piernas. Miré fijamente lo que me exponía; una especie de tatuajes, mezcla de espirales y representaciones florales, como hojas alargadas que se iban enrollando y dividiendo mientras trepaban, habían aparecido en la piel de Nicole. Aquellas marcas parecían tener vida propia, moviéndose pausadamente sobre ella como una serpiente y brillando con luz propia.
Así que ése es el resultado del proceso de parasitación de la Flor de Oro.
Los dibujos siguieron moviéndose sin prisas, haciendo que la iluminación fuera cambiando con ellos.
Empecé a mirarla de arriba abajo, aunque era difícil porque estábamos muy cerca. Tenía la falda desgarrada por haber salido corriendo tan rápidamente entre los arbustos y la tierra y suciedad que allí dentro proliferaba en forma de nubecillas y todo lo cubría estaba haciendo mella sobre ella, volviendo opacos sus rizos. 

Resoplé.
Menuda mierda. Bueno, supongo que podría no tenérselo muy en cuenta. No es del todo culpa suya después de todo. Aunque podríamos haber muerto.
Me la aparté con un gesto seco y algo duro, aunque dudo que le hiciera daño, y me puse en pie.
-Bien, ya parece que está calmándose un poco. Los Guardianes deben de haber atacado al dragón y éste habrá alzado el vuelo –ahora que lo pensaba, tenían pocos efectivos disponibles (ni siquiera Albert estaba allí) pues las reuniones por las que se habían reunido en la Base Central habían terminado hacía un par de días y todos habían vuelto a sus respectivos hogares. Espero que con los que eran ahora puedieran derrotarlo…-. Tenemos que ir rápido a alguna zona segura –Cagando leches, que con lo gafe que soy es obvio que las cosas no harán más que empeorar. ¿Y habrá de eso (sitios seguros, que gafes ya sé que hay) por aquí?
-D…de acuerdo. Robert dijo que el sitio más seguro era la Sala 525 –dijo con tono de noticiero, muy eficiente y serio-; ni un tornado podría con ella y que si pasaba cualquier cosa me refugiara allí –gracias, el-que-se-hace-el-héroe, si vas a poder ser útil y todo.
-Vamos –hablé con mi voz fría y le tendí la mano para que ella hiciera lo mismo-. Tengo órdenes de no hacerte daño, ¿recuerdas?
Me miró a mí, miró mi mano con ojos recelosos. Sus ojos de color chocolate tenían un brillo extraño, como si dudaran de pedirme ayuda, agradecerme lo que acababa de hacer por ella o huir de mí. Tanta emoción parecía haber sido mucho para Nicole.
No hice nada más que quedarme allí de pie esperándola en completo silencio y sin mostrar nada más que mi cara de póquer. Sabía cómo era. Nicole podía ser muy testaruda e impulsiva en el primer golpe, pero después era una de las personas más razonables y (supongo) inteligentes que conozco; los hay que ni con gritos ni por las buenas, ni por las mejores, ni por las peores aceptan que de verdad necesitan algo y se tragan el orgullo (y normalmente estos individuos siempre salen perdiendo y yo acabo consiguiendo lo que quiero aunque me cueste más).
Suspiró y finalmente tomó mi mano.

3 comentarios:

  1. Me encanta! :))
    a ver que les espera en la 525
    un beso!

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  2. Que ganas de ver lo que pasa en la salita esa!! me encanto cuando alec dice'gracias el-que-se-hace-el-heroe vas a ser útil y todo'' XD

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  3. El cuarto oscuro.... ¬¬
    Es coña! xD
    Lo del "héroe" es algo que no acostumbra a pasar, hay que reconocerselo jajaja

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