sábado, 2 de abril de 2011

Encantamiento 28: Regreso a la iglesia de los Marianicos de su Señor



La iglesia de los Marianicos de su Señor seguía igual que la noche antes de que todo cambiara. Allí fue dónde me encontré por primera vez con el-que-se-hace-el-héroe y me reencontré con Lena; aunque en ese momento no sabía quiénes eran (el que no se acuerde, que revise “Encantamiento 1”). En realidad allí ocurrió el principio; si Lena no hubiera bloqueado mi radar de energía con el colgante mágico que le regalé, yo no habría invocado a ese demonio Supremo y no me habrían perseguido ni arrestado más tarde por ello. De modo que no habría habido juicio ni cárcel y yo podría haber ido de vuelta al “Trébol de las Cuatro Hojas”.
Pero seguro que Kaila habría obtenido pruebas en mi contra de alguna manera, aunque sin duda habría sido más fácil intentar convencer a Cristofino de mi inocencia de haber podido estar presente. Quizás podría haberle convencido y evitar así que ahora medio mundo mágico quisiera el precio que ofrecían por mi cabeza.
¡Y de paso yo no llevaría este corpiño que pica tanto!
Pero quizás las cosas pudieran encauzarse, ahora tenía el hechizo para volver a mi cuerpo aparte de muchos otros (josjos, tengo una guía de hechizos mágicos en mi poder) y la posibilidad de iniciar los contactos con Cristofino para volver. Si de antemano sabía que deseaba estar a su lado y que lo iba a planificar todo por él, luego no quedaría como un aprovechado que utilizaba el momento (mejor si evitamos más conclusiones erróneas). Sí, podía darme por satisfecho.
Caminé por el pórtico para observar las escasas muestras de arte disponibles. Menos mal que no había gente por allí, porque una iglesia no parecía el sitio más indicado para llevar un vestido rosa tan corto ni ir enseñando el sujetador “lila y amarillo cantoso con relleno” como lo había llamado Campbell. No debería haber hecho caso a ese anfibio; la ropa que me había traído era suya, o lo que es lo mismo, se trataba de un vestido con el que era imposible correr sin que se te viera nada por debajo; las llamadas faldas-cinturón. De no haberme puesto medias (también rosas) sin duda habría acabado congelado; imaginaros vosotros la poca tela que llevo puesta. No sé yo si Lena me lo agradecerá; veo más probable que me parta la cara por haber toqueteado su ropa interior sin permiso... Al menos el lazo sí que había sido productivo ya que el pelo seguía medio quemado y deformado, y no venía mal algo que me lo apartara un poco del ojo bueno. Humm, no había pensado en el pelo; se le ha quemado la trenza. No sé si eso le molestará, pero desde luego no ha sido culpa mía sino del fuego.
Bueno, que me desvió. En cuanto encontré una cabina llamé a los Guardianes y les informé de que tenía el hechizo (solo por eso parece que me perdonaran que me largara) y quedamos en esta iglesia. Solo ha pasado eso digno de mencionar.
-¿Se le antoja algo, señorita? -me giré hacia el hombre. Con sotana y un crucifijo al cuello no podía ser otra cosa que cura.
-Oh, pues... -¿Iba a echarme por estar allí sin permiso o por indumentaria indecente? Si era así, no lo parecía.
-¿Deseas confesarte por casualidad, hija mía?
-No, solo estaba aquí... necesitaba pensar en mis cosas, usted ya sabe, este es el sitio más indicado a veces -me inventé algo para no necesitar dar explicaciones.
-Claro... Ven conmigo, joven; si no es mucha molestia me gustaría que vieras una cosa -puso una mano en mi espalda para empujarme; Lena era fuerte pero  mi control sobre su cuerpo no tanto y cedió enseguida al empuje.
Me cogió del brazo y me metió en una nave lateral. Los estantes tras el cristal de aquella sala estaban repletos de espadas, hachas y arcos entre otras cosas. Automáticamente pensé en la base de control de los Guardianes; tenía la misma decoración.
-¿Es una exposición? -pregunté al leer un cartel en la entrada.
-Así es. Me gustaría que le echaras un vistazo y me dijeras sí, bueno, ¿tú crees que esto podría interesar a la gente de tu edad? Ya sabes, como ahora la juventud está siempre con esos videojuegos tan... sangrientos y... es que necesitamos hacernos un poco de publicidad, ¿sabes? Últimamente la juventud no tiene ideales no...
No podía interesarme menos la cháchara de aquel cura.
-Mire, lo siento, pero no creo que sea la persona idónea para responder esas cosas. Pero prometo hablarles de esta iglesia a mis amigos -sólo quiero que me suelte.
-Hummm, bueno, ¿estás segura? Hay cosas muy...
-Segurísima. Lo siento de verdad -siento en el alma que haya tantos pesados en el mundo.
Un estruendo se oyó en la sala principal.
-¿Qué?
El cura volvió a agarrarme.
-No es nada, hija mía. No te preocupes.
Más ruido. Y la voz de mi prima Kaila.
Me zafé de su brazo. Corrí hasta la puerta pero el cura volvió a agarrarme. El placaje me derribó contra el suelo. Yo le propiné un fuerte codazo en la cara pero la parte trasera de mi cabeza dio contra el suelo y con el dolor agudo todo se fundió a negro.

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